miércoles, 2 de mayo de 2012
miércoles, 18 de abril de 2012
El moco perfectamente esculpido
Aunque parezcan criaturas mitológicas o de ciencia ficción, los cerebros prodigiosos existen.
No es que sean frecuentes o que se encuentren “a la vuelta de la esquina”, pero los hay…definitivamente los hay.
Esa cualidad de inteligencia se presenta en uno de cada mil individuos, o quizá en uno de cada diez mil o cien mil, o una vez en cada mil millones de personas.
Lo importante es entender que existen, que están entre nosotros, y que sus vocaciones son diversas, increíblemente diversas.
Algunos se dedican a la ciencia. Y directa o indirectamente mejoran nuestra calidad de vida.
Otros generan bellezas que deleitan nuestros sentidos, en el arte plástico, en la literatura, en diversas aplicaciones generalmente aplaudidas.
Muchos son comerciantes que en pocos años –por sus aciertos- figuran en las lista de millonarios de la revista Forbes.
Otros son perversos, y se convierten en indescifrables asesinos en serie.
Pero aquí quiero hablar de Nicolás Méndez, conocido en su casa como Nico, un desperdiciado adolescente que descubrió que su enorme talento consistía en lograr bellísimas microesculturas a partir de sus mocos.
Nico no dañaba a nadie, pero todos los criticaban.
Nadie quiso, por los absurdos prejuicios humanos, observar con lupa sus maravillosas creaciones, si bien él sabía que eran verdaderas obras de arte.
En sus inicios como artista escultórico, imitó con mocos la Piedad de Miguel Ángel, el Pensador de Rodin y varias obras de Leonardo da Vinci.
Y cuando quedó convencido de su inconmensurable creatividad, empezó a generar sus propias y originales obras, arte imponente a pesar de que se trataba de microesculturas.
Su portentoso cerebro siempre supo que la humanidad era asquerosa y prejuiciosa, que jamás tendría éxito en sus menesteres, pero eso nunca le importó.
Cuando generó la mejor de sus obras -a la que denominó “El Moco de la Gioconda”-, se dio cuenta de que nadie en toda la trayectoria de la humanidad había logrado su excelencia, su perfección, su arte.
Nico murió joven y con su dedo índice derecho metido en una de sus fosas nasales, mientras meditaba acerca de su siguiente creación artística.
Si tan solo la asquerosa y prejuiciosa humanidad se hubiese atrevido a ver su obra a través de una lupa, Nico habría sido reconocido como el gran genio humano, como el poseedor del cerebro más prodigioso de todos los tiempos.
Lamentablemente no fue así.
martes, 3 de abril de 2012
La competencia
Mujer: acabo de ver tus resultados de análisis de orina, la cual presenta un aspecto turbio y de color anaranjado. Debe ser por el exceso de licor barato que consumes cuando juegas cartas con tus amigas viciosas y socialmente desahuciadas.
Y además estás llena de células pavimentosas, producto de tu obesidad y de tus pocas ganas de hacer ejercicio.
Esposo: revisando tu análisis de sangre me queda claro que tu colesterol está a niveles exagerados, obviamente por tu barriga llena de grasa, porque no eres capaz de dejar de comer chorizos y quesos mientras ves el futbol. Cuando te retuerzas de un infarto, vas a arrepentirte de no haber consumido verduras, como siempre te he recomendado.
Mujer: no sé si tu análisis de sangre es para reírse o para preocuparse. Tu nivel de calcio está por los suelos. En cualquier momento te desmoronarás, y tendré que recogerte con pala y llevarte al hospital en carretilla. Estás hecha una anciana.
Ingrato marido: por más que he tratado de fomentar en ti la buena nutrición, tus análisis de sangre presentan triglicéridos a un nivel preocupante. Me moriré de la risa cuando venga al caso (que sé de sobra que va a ser pronto). Y viendo tu exagerado antígeno prostático, te pediría que actualizases a la brevedad tu testamento. Dudo que sobrevivas seis meses.
Despreciable esposa: tu bajo nivel de urubilinógeno deja en claro que tu obsesión por quitarte las arrugas con el Botox está acabando contigo. Y la mala noticia es que ni siquiera acabas por gustarme.
Imbécil marido: tu alto nivel de bilirrubina se debe a tu alcoholismo desenfrenado que daña tu hígado y hace que tu aliento apeste. Ya no me atraes sexualmente.
Despreciable esposa: ¿cómo es posible que tu nivel de glucosa rebase los 150 mg/DL? Tu adicción por los pasteles es asquerosa. No sé en qué momento decidí casarme contigo.
Esposo: ¿habremos escogido el laboratorio apropiado? A pesar de esos espantosos resultados, todavía siento algo por ti.
Cariño: A pesar de que tienes el nivel eritrocitos por encima de los niveles de referencia, tu cintura me sigue motivando.
Maridín: No me importa que tus linfocitos estén fuera de control, mientras duermas a mi lado acurrucado. El estúpido analista del laboratorio no va a lograr separarnos. Te amo.
Esposuca: tus altos niveles de neutrófilos me excitan. ¿Nunca te lo había confesado?
Querido esposo: reconozco que tu alto nivel de eritrocitos dismórficos nunca hará que te deje de querer.
jueves, 29 de marzo de 2012
El quitacochambres
Era un párroco muy cómodo para los pecadores:
Los asesinos seriales quedaban perdonados rezando un par de rosarios.
Los narcotraficantes se redimían con diez o doce padres nuestros, según fuese el tipo de droga que distribuyesen.
Los carteristas se arreglaban con un Ave María.
A las mujeres infieles les bastaba con sonreír al cura.
Todo iba bien en aquella concurrida parroquia, hasta que alguien en el Vaticano decidió tenerlo cerca, por razones desconocidas pero claras como el agua.
El párroco -mejor conocido en aquel barrio con el sobrenombre del quitacochambres- fue extrañado durante muchos años.
La báscula perversa
lunes, 19 de marzo de 2012
Acerca de la afectología
Dedicado a mi maravillosa hija Jimena, en un día particularmente difícil para ella.
Cuentan los científicos de vanguardia que existe una fuerza natural que supera a la gravedad, a la fisión nuclear, a las leyes de la física, de la óptica y de la acústica, una fuerza que poseen de manera natural todos los mamíferos, incluyendo a nosotros los humanos.
Esa poderosa energía se denomina afecto, y forma parte de la ciencia llamada afectología.
El instrumento que la mide se conoce como afectómetro, y su unidad de medida es el Afectrón (abreviado Af).
Cuentan los avezados sabios expertos en afectología que, cuando una relación entre dos seres se da por la razón que sea, los involucrados se llenan de Afectrones, y éstos son capaces de generar, en grandes cantidades, ternura, cariño, vínculo, impulso, fe, comprensión, amor, afecto y muchas otras cosas maravillosas, tales como las que siento por mi adorable hija Jimena, encantadora mujercita quien, desde que nació, ha llenado todas mis expectativas existenciales.
domingo, 4 de marzo de 2012
¿Qué sería la vida sin un nieto?
Con todo mi amor, para mi nieto Leonardo.
¿Qué sería la vida si mi nieto no me hubiese pedido dormir con él a la intemperie sobre la cama elástica en nuestro jardín?
¿Qué sería la vida si le hubiese dicho que no, que a mi edad hay cosas que no debería yo hacer?
¿Qué sería la vida si Make, la mascota pastor alemán de mi nieto, no nos hubiese exigido a su manera pasar la noche con nosotros sobre la cama elástica?
¿Qué sería la vida si yo, el abuelo, no hubiese cargado a la perra para subirla a la cama elástica para que pasase la noche conmigo y con mi nieto?
¿Qué sería la vida si esa noche no hubiésemos dormido abuelo, nieto y mascota abrazados observando las estrellas debidamente cobijados?
¿Qué sería la vida si no hubiésemos esa noche refrendado los tres nuestros vínculos afectivos como lo hicimos?
No: la vida no sería igual si los tres nos hubiésemos comportado de otra manera.
sábado, 3 de marzo de 2012
Metamorfosis
Desde su laboratorio, aquel hombre generaba preciosas fórmulas químicas que, convertidas en míticos productos, daban la vuelta al mundo.
Combinaba, con mágica sabiduría, ingredientes que reaccionaban entre sí para convertirse en exquisiteces técnicas que demandaban muchas empresas.
Generaba tecnología poética, con toda la rítmica, métrica y contenido, para beneplácito de las multinacionales.
Un día decidió dejar la química para convertirse en escritor.
La industria química mundial entró en crisis.
La literatura universal vivió sus mejores épocas.
viernes, 24 de febrero de 2012
Horrendo crimen en el monasterio
Existían posibilidades de que aquella tragedia hubiese sido un accidente, pero el sabio lama Mishka tenía sus dudas al respecto, y de acuerdo con su responsabilidad jerárquica de jefe máximo del monasterio, llamó a todos los monjes para que viesen el cadáver y opinasen al respecto. Quizás alguno de ellos confesaría su culpabilidad, y con eso se evitarían penosos trámites.
Pero no fue así: todos los monjes pusieron cara de desasosiego por lo ocurrido, pero ninguno asumió la culpa.
Mishka, por lo tanto, tuvo que recurrir al detective Naya, de la cercana ciudad de Bhaktapur, quien, después de llegar a un acuerdo económico con el lama, aceptó la responsabilidad de esclarecer aquella trágica muerte.
A la mañana siguiente, saliendo el sol, Naya se presentó en el monasterio, y fue llevado por Mishka a la habitación en donde se encontraba el cadáver. Tras de unos minutos de paciente observación, el detective confirmó al lama que sin lugar a dudas se trataba de un asesinato…con saña: entre los piadosos monjes había uno de verdad perverso.
El siguiente paso del investigador fue revisar las sandalias de todos los monjes, una por una. De todas ellas, apartó únicamente la chancleta derecha del monje Narayan, quien, al sentirse descubierto, confesó ante Mishka su horrendo crimen.
Efectivamente, el detective Naya, con su poderosa lupa y su penetrante inteligencia, encontró una antena de hormiga en la suela de la sandalia derecha del monje. El asesinato había quedado aclarado.
Narayan, en su desesperación por haber sido descubierto, reconoció el hecho de que había pisado a la hormiga con toda su mala voluntad. Alegó llorando ante Mishka que tenía fobia a todos los insectos, y en particular a los himenópteros, que le resultaban asquerosos. No había podido resistir a la tentación de aplastarla.
El sabio lama responsable de aquel monasterio cubrió agradecido los honorarios del detective Naya, y procedió –de acuerdo a las costumbres tibetanas- a fincar desagravios y dictar sentencia.
El cadáver de la hormiga fue sepultado a unos metros de su hormiguero con todos los rituales y honores dignos de un insecto. Los cuarenta monjes del monasterio, incluyendo a Narayan, se arrodillaron y lloraron durante dos semanas a la víctima.
El perverso monje asesino fue condenado de por vida a llevar a diario un cubo de azúcar a cada uno de los cincuenta hormigueros que rodeaban el monasterio.
La roca y el árbol
Ella tenía casi un millón de años de edad. Era producto de la erupción de un enorme volcán en las cercanías. Primero fue parte de un candente torrente de lava que se enfrió al entrar en contacto con un río. Una vez solidificada, una serie de sismos la hicieron rodar hacia aquella ladera en donde había pasado toda su vida.
Durante la mayor parte de su existencia vivió sola, excepto por la presencia de algunos líquenes circunstanciales que nacían, crecían y morían sobre su superficie.
De repente algún pájaro, insecto o serpiente la rozaban, pero jamás estableció con ellos una relación significativa, hasta que un día ocurrió un evento aparentemente insignificante que habría de darle razón a su existencia.
Fue un atardecer mágico en el que un ave dejó caer sobre su superficie una extraña semilla.
La roca no percibió aquel evento, pero después de unos cuantos días lluviosos, notó una extraña sensación: una prematura raíz vegetal se prendió de uno de sus recovecos. De alguna manera, la enorme piedra supo que algo sensacional estaba ocurriendo en su superficie.
Pocos días después, la roca empezó a agradecer la presencia de aquella raíz que la penetraba y la abrazaba. Olvidó enseguida el millón de años de soledad en que había vivido, y se dedicó a brindar al pequeño arbusto todo su amor.
En unos meses, el arbusto ya estaba bien arraigado sobre la roca, y sentía la seguridad que ésta le brindaba. Cada raíz que de él surgía se acomodaba sobre la superficie de la roca como una señal de agradecimiento, como una caricia.
Pronto el arbusto se convirtió en árbol, y sus raíces abrazaron completamente a la orgullosa roca, que finalmente se dio cuenta de lo importante de su presencia, de su solidez, de su fortaleza. Sabía que él dependía de ella totalmente, lo que le hacía sentirse inmensamente responsable por aquel vegetal que la vida y las circunstancias le habían regalado como compañero.
Ella se convirtió en la más feliz de las rocas, y el árbol compartía esa sensación.
Aquella extraña relación entre criaturas del reino mineral y vegetal duró cuatrocientos años, hasta que un rayo maldito incendió al árbol.
Como sea, la roca supo que su función existencial se había cumplido. Lloró al árbol un par de milenios, pero siempre supo que aquello había sido lo mejor que le pudo pasar en su vida.
Finalmente la erosión y el tiempo acabaron pulverizando a la roca, y de aquel extraño y enorme romance entre criaturas disímbolas, hoy no queda nada, excepto en la memoria de la Tierra, nuestro sabio planeta, que supo de aquel encuentro y lo disfrutó enormemente.
domingo, 19 de febrero de 2012
Uno mismo
Aquella tarde, el fracasado escritor de cuentos decidió crear un personaje trascendente; alguien brillante y al mismo tiempo patético; triunfador en lo irrelevante y un desastre en lo relevante; magnífico y miserable; sol y sombra; sublime y ridículo al mismo tiempo.
Aquella tarde, el fracasado escritor de cuentos se creó a sí mismo, y se convirtió en su propio personaje.
Querido abuelo
Querido abuelo:
Te forwardeo este e-mail que contiene un attachment en donde aparece un link en el cual hallarás instrucciones acerca de cómo checkpointear el performance de tu device BlackBerry.
Para el login a la página del link necesitarás un password que no tienes, pero puedes usar mi nick que es Garabato y mi password que es 333444.
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Tu nieto que te quiere.
PD: si en el proceso se te atorase la laptop, deberás resetearla y volver a loguinear desde el principio.
sábado, 11 de febrero de 2012
El acariciador de perros
Es posible que sus manos fueran mágicas, o que su extraordinario amor por los perros le hubiese generado habilidades extraordinarias en ese sentido. Nunca se supo.
El hecho es que aquel hombre de blanca cabellera y piel arrugada era especial, y que la mayor parte de los perros lo percibía a cierta distancia.
Ningún humano sabía quién era, ni dónde vivía, ni conocía sus motivaciones. Para ellos, aquel anciano no era importante. Lo veían caminar de aquí para allá, pero su vida les resultaba irrelevante.
Él solía caminar solo por las calles y carreteras, disfrutando del paisaje, de la vida, pero siempre estaba pendiente de que sobre la marcha apareciese alguna de esas maravillosas y nobles criaturas tan ávidas de afecto, de compañía humana.
Algunos perros le labraban o pretendían morderlo, pero él sabía que eso no era más que el producto de un instinto territorial que se resolvía con un simple contacto de su mano con la cabeza del noble animal. Jamás ningún perro lo lastimó. Todos ellos acababan bajando la cabeza admirándolo y disfrutándolo.
Una vez que se daba ese contacto maravilloso e inexplicable, la actitud de los perros cambiaba completamente. Los mágicos dedos de aquel hombre comunicaban ternura, afecto, sensaciones táctiles increíbles. Ningún animal se resistía.
Un día aquel hombre apareció muerto en una cuneta. No mostraba huellas de asesinato, de violencia. Simplemente falleció de ancianidad.
Al lado de su todavía tibio cadáver, había una decena de perros echados acompañándolo, pero esto también pasó desapercibido para los insensibles humanos.
Esa noche, mientras el forense local dictaminaba la muerte por ancianidad del desconocido cadáver, cientos de perros aullaban comunicándose entre ellos la enorme tragedia: el maravilloso acariciador de perros había dejado de existir.
domingo, 5 de febrero de 2012
Apología de la fabada
Cuentan los anales del Olimpo que una tarde, Zeus, aburrido de néctar, de ambrosía, de maná y de otros rutinarios alimentos divinos, encargó a Minerva –diosa de la sabiduría- que bajase con los humanos a buscar un nuevo platillo que deleitase plenamente su divino paladar.
Minerva quiso satisfacer a Zeus, y por ello visitó -con esa específica misión- todas las regiones, reinos, ciudades y aldeas humanas, esperando encontrar en alguna de ellas un manjar que pudiese satisfacer al exigente paladar de Zeus.
En esa gira culinaria visitó Esparta, Corinto, Lidia, Doria, Focia, Beocia, Ática Acaya, Arcadia, Argólida, Laconia, Mesenia, Troya, Eólia, y Jonia.
Y algún tiempo después, cuando Minerva se encontraba frustrada por no haber podido encontrar en ninguno de los reinos conocidos aquel manjar que el divino Zeus requería, un Viento Circunstancial la llevó al territorio de los Astures.
Estos abominables y malolientes seres humanos, habitantes de una lejana región innombrada, eran criaturas salvajes, burdas, despreocupadas, indecentes, decepcionantes, pero…
…de repente Minerva, atravesando una aldea de esa primitiva región, percibió un olor mágico que salía de una inmunda cocina.
Su divino olfato se dio cuenta enseguida de que ahí estaba la gran solución al olímpico y culinario problema del aburrimiento de los dioses por comer siempre lo mismo.
Entró en aquella pocilga y vio a una anciana combinando las fabas con trozos de morcilla, de chorizo y de tocino. Le pidió que le permitiese probar aquel inesperado potaje, y con sólo un bocado, Minerva supo que la fabada sería para siempre el mejor de los alimentos olímpicos.
Unos días después, Minerva presentó en el Olimpo aquel primitivo platillo. Al principio, todos los dioses desconfiaban de su apariencia, pero el olfato les decía otra cosa. Una por una, todas las deidades olímpicas fueron llevando a la boca las fabas, la morcilla, el chorizo y el tocino, y en cuestión de tres minutos, Minerva tuvo que ordenar a los cocineros que preparasen más y más raciones de aquel magnífico platillo.
Desde aquel día, cada vez que se celebra algo importante en el Olimpo, los banquetes de Zeus tienen como platillo principal a la fabada.
El abominable asesinato del Espíritu Santo
Tenía excelentes bondades, y nadie hubiese siquiera imaginado lo que habría de pasarle.
El Espíritu Santo poseía sabiduría, inteligencia, consejo, fuerza, ciencia y piedad.
Y sin embargo fue asesinado. Intereses ocultos en el Reino de los Cielos lograron finalmente su perverso objetivo.
La autopsia mostró que en su cerebro había un perdigón alojado, y otro había destrozado una de sus sutiles alas,
Nunca quedó claro quién lo había matado ni las razones para hacerlo, pero el hecho es que, después de aquello, las otras dos partes de la Divina Trinidad sospecharon el Uno del Otro por los siglos de los siglos.
Después de eso, en ese sacrosanto entorno, las cosas jamás volvieron a ser como alguna vez fueron.
sábado, 14 de enero de 2012
El Caos y las malas compañías
El Caos nunca fue perverso. El desorden en él implícito fue un designio de terceros.
Como sea, las críticas a su existencia siempre han sido cuestión de paradigmas: hay a quien le gusta el orden, las leyes y las reglas, y hay a quien no.
Pero el Caos -aunque desprestigiado en nuestro pequeño y mediocre Universo-, es una criatura sana y propositiva, llena de ideas y de oportunidades. La cuestión radica en la forma de ordenar el desorden, pero de eso los humanos sabemos muy poco.
Aquel día, el Caos estaba de vena, y decidió convivir con algunas criaturas igualmente (e injustamente) desprestigiadas, como lo eran el Desorden, la Anarquía, la Barahunda, la Confusión, los Laberintos, los Berenjenales, los Desastres, el Desgobierno, el Desmadre, las Marañas, las Vorágines, los Líos, los Fárragos y las Complicaciones.
Más allá de que no se pusieron de acuerdo en dónde reunirse, ni a qué hora, ni quién era el organizador, ni quién hablaba primero, ni cuál era el orden del día, ni siquiera en la temática de la reunión, todos la pasaron muy bien: estaba en su naturaleza.
viernes, 13 de enero de 2012
Formina
Formina, la hormiga, concluyó que Einstein había cometido graves errores en su Teoría de la Relatividad. Ella los tenía muy claros. Pero mientras decidía cómo una simple hormiga podía publicar sus brillantes conclusiones, una suela de zapato acabó con aquella portentosa inteligencia. La humanidad siguió creyendo en Einstein. Formina quedó embarrada en el pavimento.
jueves, 12 de enero de 2012
Ley existencial
sábado, 7 de enero de 2012
Una tarde complicada
Aburrido de todo y de todos, aquel hombre decidió integrarse al tercer párrafo del libro de Peter Pan.
Si bien al principio los personajes del Reino de Nunca Jamás desconfiaron de él y de sus orígenes, pronto se dieron cuenta de que era una buena persona que lucharía a favor de los niños perdidos, de Wendy y del hada Campanilla en contra del malvado Capitán Garfio.
Una vez consumada la derrota de este villano, emigró al cuento de los tres cochinitos y el lobo, en el que, armado de una escopeta, hizo huir a la mala bestia, dejando a los cuinos completamente protegidos.
Apareció al final del cuento de la Caperucita, disfrazado de leñador, y salvó a la abuela de las fauces del feroz lobo.
Encontró una rendija en el mundo fantástico que le permitió llegar a tiempo a rescatar al hombre araña de una trampa que le había tendido el perverso Dr. Octupus.
Fue entonces que le entró la nostalgia y decidió regresar a casa con su mujer y sus hijos, un poco tarde para la hora de la cena.
Quiso disculparse por el retraso, pero comprendió que nadie le iba a creer las razones.
Cenó en silencio y se fue a la cama.
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