sábado, 14 de enero de 2012

El Caos y las malas compañías


El Caos nunca fue perverso. El desorden en él implícito fue un designio de terceros.

Como sea, las críticas a su existencia siempre han sido cuestión de paradigmas: hay a quien le gusta el orden, las leyes y las reglas, y hay a quien no.

Pero el Caos -aunque desprestigiado en nuestro pequeño y mediocre Universo-, es una criatura sana y propositiva, llena de ideas y de oportunidades. La cuestión radica en la forma de ordenar el desorden, pero de eso los humanos sabemos muy poco.


Aquel día, el Caos estaba de vena, y decidió convivir con algunas criaturas igualmente (e injustamente) desprestigiadas, como lo eran el Desorden, la Anarquía, la Barahunda, la Confusión, los Laberintos, los Berenjenales, los Desastres, el Desgobierno, el Desmadre, las Marañas, las Vorágines, los Líos, los Fárragos y las Complicaciones.

Más allá de que no se pusieron de acuerdo en dónde reunirse, ni a qué hora, ni quién era el organizador, ni quién hablaba primero, ni cuál era el orden del día, ni siquiera en la temática de la reunión, todos la pasaron muy bien: estaba en su naturaleza.

viernes, 13 de enero de 2012

Formina


Formina, la hormiga, concluyó que Einstein había cometido graves errores en su Teoría de la Relatividad. Ella los tenía muy claros. Pero mientras decidía cómo una simple hormiga podía publicar sus brillantes conclusiones, una suela de zapato acabó con aquella portentosa inteligencia. La humanidad siguió creyendo en Einstein. Formina quedó embarrada en el pavimento.

jueves, 12 de enero de 2012

Ley existencial


Y cuando todo parecía estar bajo control, el Descontrol volvió a hacer acto de presencia.

La Normalidad volvió a ser parte de nuestra vida.

sábado, 7 de enero de 2012

Una tarde complicada


Aburrido de todo y de todos, aquel hombre decidió integrarse al tercer párrafo del libro de Peter Pan.

Si bien al principio los personajes del Reino de Nunca Jamás desconfiaron de él y de sus orígenes, pronto se dieron cuenta de que era una buena persona que lucharía a favor de los niños perdidos, de Wendy y del hada Campanilla en contra del malvado Capitán Garfio.

Una vez consumada la derrota de este villano, emigró al cuento de los tres cochinitos y el lobo, en el que, armado de una escopeta, hizo huir a la mala bestia, dejando a los cuinos completamente protegidos.

Apareció al final del cuento de la Caperucita, disfrazado de leñador, y salvó a la abuela de las fauces del feroz lobo.

Encontró una rendija en el mundo fantástico que le permitió llegar a tiempo a rescatar al hombre araña de una trampa que le había tendido el perverso Dr. Octupus.

Fue entonces que le entró la nostalgia y decidió regresar a casa con su mujer y sus hijos, un poco tarde para la hora de la cena.

Quiso disculparse por el retraso, pero comprendió que nadie le iba a creer las razones.

Cenó en silencio y se fue a la cama.