sábado, 30 de mayo de 2009

Venderse como pan caliente



El horno –veterano y arrogante- de la vieja panadería del pueblo, mentía a los nuevos panecillos que entraban a su hogar a cocinarse -conformados a partir de masa de trigo cruda-, diciéndoles que eran muy afortunados en acudir a él para ser horneados, puesto que, como siempre ocurría en su caso, cumplirían, gracias a él, con la vieja leyenda urbana de venderse como pan caliente.

La realidad era muy diferente: una buena parte de ellos se quedaban por días en el estante de la panadería; otros eran desechados por falta de compradores. Muy pocos cumplían con su misión de acompañar una buena comida, y casi ninguno llegaba caliente a la mesa.

Los panes industrializados, vendidos masivamente en los supermercados, los desplazaban sin piedad.

Un día, el horno de la vieja panadería se apagó para siempre. Nunca más engañó a los panecillos que estaban por nacer.

jueves, 28 de mayo de 2009

Una tarde con mis Temores


Ya estaba yo aburrido de sentir su presencia permanente en mi alma, así que decidí invitarlos a pasar una tarde íntima, todos nosotros, cara a cara. Había que acabar con aquella desagradable situación de una vez por todas.

Me puse mi bata y mis pantuflas. Me senté en mi sillón favorito, esperando que todos mis Temores se presentasen.

Fueron llegando uno a uno, sin orden, de cualquier manera.

Nunca los había visto de frente. Los había imaginado, y sabía que eran feos, pero no tanto: eran de verdad repugnantes, criaturas dignas de formar parte de una desagradable pesadilla.

Les ofrecí asiento frente a mí y una copa de Cognac para relajarnos: no era cualquier reunión.

Con la madurez que dan los años, me puse a observarlos, cual si yo fuera un dios que revisa detalladamente a cada una de sus criaturas para conocerlas, para juzgarlas.

Unos parecían más reales que otros. Algunos lucían enormes; otros no tanto.

Me di cuenta de que algunos de ellos ni siquiera osaron presentarse: temían un careo conmigo, pues eran tan sólo producto de mi imaginación.

Algunos de los presentes alardeaban de su fuerza destructiva, del daño que eran capaces de hacerme, pero era muy obvio que en esa presunción escondían su vulnerabilidad. Era como un juego de poker, en donde valía blofear para derrotar al enemigo.

De improviso me puse de pie para servirme una segunda copa de Cognac, y algunos de ellos se asustaron, pensando en que los iba a agredir. Aprovecharon para salir corriendo. Jamás volví a saber de ellos.

Sólo se quedaron conmigo dos o tres, los más fuertes, lo más reales, los únicos que de verdad podían dañarme.

Pero después de haberlos visto cara a cara, supe que mis Temores no eran criaturas invencibles: como cualquiera de nosotros, tenían puntos débiles.

Al acabar aquella extraña reunión, me sentí reconfortado: supe que ninguno de ellos tenía mi fuerza, mi experiencia, mis ganas de subsistir.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Maravilla tecnológica


El grupo de planeación de aquella poderosa empresa multinacional lo concibió con mucho cariño. Sabían de su potencial económico y de los problemas que resolvería, así que contrataron al mejor personal técnico del planeta para el desarrollo del proyecto.

Fue diseñado con línea aerodinámica perfecta. Los ingenieros encargados de su perfil tridimensional eran expertos en la materia e hicieron un excelente trabajo: penetraría su objetivo de manera excepcional, con el mínimo de resistencia. Las pruebas en los túneles de aire confirmaron lo anterior.

Los fármaco-biólogos asignados al proyecto formularon perfectamente sus contenidos. Todos y cada uno de sus ingredientes tenían una poderosa razón de ser: nada faltaba ni sobraba en aquella mezcla imponente. Disolvería, sin lugar a dudas, lo que se le atravesase.

Su superficie, para acabar de facilitar las cosas, estaba perfectamente lubricada, lo que reduciría al mínimo la fricción, por muy ásperas que fuesen las paredes del ducto objetivo. Decenas de lubricantes fueron probados previamente.

La publicidad previa a su lanzamiento fue desarrollada por una empresa multinacional de primer nivel, lo que garantizaba su éxito comercial.

Su inminente presencia en el mercado fue anunciada globalmente, aprovechando las facilidades tecnológicas de difusión del momento.

Así, gracias a Dios y a la ciencia, el nuevo supositorio para combatir el estreñimiento crónico, apareció aquel día en nuestras vidas.

martes, 19 de mayo de 2009

El león tuerto


Su nombre era Simón.

Perdió un ojo en las vicisitudes de la vida.

Si bien Simón era tan sólo un león de peluche, su supervivencia también estaba en riesgo, tal como si estuviese en la selva.

Un león de peluche al que se le ha caído un ojo es propenso a ser desechado por su propietario, que en este caso era un niño de seis años llamado Leonardo.

Para la fortuna de Simón, Leonardo lo quería mucho, y decidió conservarlo a su lado a pesar de ser tuerto.

A cambio de eso, el agradecido león de peluche dio a Leonardo mucho afecto durante muchas noches, a la hora de irse a dormir.

jueves, 14 de mayo de 2009

El gran paréntesis


Para el nieto, el fin de semana en casa de los abuelos era liberarse un par de días de la pesada disciplina diaria que los padres, con toda razón, le aplicaban.

Para los padres, dejarlo un par de días en casa de los abuelos era un enorme descanso semanal, pues disciplinar a un hijo es de verdad agotador, aunque después renegaban de que éstos lo regresaban totalmente echado a perder.

Para los abuelos, cansados de haber disciplinado durante muchos años a sus hijos, el fin de semana con el nieto en casa era con mucho el mejor momento de su vida.

sábado, 9 de mayo de 2009

Marina


La llamé Marina por ser un hermoso y joven ejemplar hembra de coyote del desierto del norte de México, que disfrutaba la playa enormemente.

La conocí un atardecer mientras descansaba en un campamento vacío de observación de ballenas al que llegué prematuramente. Solamente estábamos ahí yo, el encargado de las cabañas, y, desde luego, la encantadora Marina, además de los cientos de miles de aves que regresaban a dormir a su isla en la bahía de San Ignacio.

Seguramente ella había nacido después de la promulgación de la ley que prohibía la caza de especies silvestres en la región, pues se mostraba confiada a escasos metros de mí.

La seguí un tramo, intentando intimar con ella, esperando tal vez que reaccionara como un perro que busca el cariño humano, pero no fue así: Marina siempre se mantuvo a varios metros de mí.

Después de todo, el temor al ser humano formaba parte de su ancestral instinto, más allá de cualquier ley y conciencia recientemente concebidas en el cerebro del más terrible depredador del planeta.

jueves, 7 de mayo de 2009

El centro del universo


A pesar de que sabía todo acerca del Big Bang; a pesar de toda su objetividad científica; a pesar de que siempre atacó el antropocentrismo religioso; a pesar de muchas cosas…aquel sabio no podía dejar de pensar que él era el centro del universo, el único objetivo de la Creación.

martes, 5 de mayo de 2009

El búho


Por sus enormes ojos que brillaban en la oscuridad de la noche, todos los roedores de esa arboleda estaban sigilosos, pensando que en cualquier momento serían divisados por el terrible búho.

Sin embargo, la preocupación del depredador nocturno no era, en esos momentos, la caza de animalejos. Su angustiada mente estaba centrada en su compañera de toda la vida, que esa noche no había regresado con él, seguramente atraída para siempre por el atractivo ulular de otro búho.

lunes, 4 de mayo de 2009

Lucha de clases en la sartén


Ellos eran producto de una cruza genética privilegiada, que había generado gallinas de alta productividad. Eran del tamaño máximo que permitía el selectivo mercado de huevos, además de poseer un color amarillo rojizo muy apreciado. Ambos lo sabían de sobra.
El tocino era de origen más humilde. Fue comprado en un puesto insignificante del mercado, y procedía de una piara criolla sin mayores pretensiones genéticas.
Cuando los tres cayeron casi al mismo tiempo en la sartén, el aceite, angustiado por lo que se veían venir, generó un ruido extraordinario. Pero mucho más fuerte fue el lamento clasista de los huevos de elite, al verse en contacto con la chusma del tocino de origen desconocido.
De alguna manera, la crisis duró tan solo tres minutos, y entonces, ya fritos, los dos huevos y el tocino fueron puestos en un plato que enseguida llegó a la mesa.
Para acabar con la altivez de los huevos, el comensal pidió que se le sirviera una ración adicional del sabroso tocino.

domingo, 3 de mayo de 2009

La particular forma de amar de Margarita


Ella era una bellísima mujer que apenas llegaba a los treinta años. Era dulce como la miel, y su vida amorosa siempre había sido intensa y satisfactoria.

Había tenido en esos años seis novios con los que había intimado de una manera única, extraordinaria, y no solamente los llevaba en su recuerdo.

El enamorado en turno era Gabriel, un chico apuesto y agradable, que de verdad la amaba. Estaban muy cerca de dar el siguiente paso en aquel creciente romance.

Él soñaba con pasar un fin de semana íntimo y delicioso en el piso de Margarita, para demostrarle su amor y pasión.

Ella también soñaba con pasar ese sábado con Gabriel de una manera íntima, pero un poco diferente.

Él se preguntaba cómo proponer a Margarita avanzar en esa prometedora relación sin que ella se sintiese ofendida.

Ella se preguntaba cuál sería la receta culinaria apropiada para comérselo. Los condimentos constituían el toque romántico de la alta cocina que ella tanto disfrutaba.

La otra duda en su mente era el tiempo de residencia en el horno para que la musculosa carne de Gabriel llegase a su punto óptimo.