jueves, 30 de abril de 2009

El club de los escritores frustrados


La competencia no es un invento del capitalismo, sino de la perversa naturaleza.


He aquí que, en un contexto de sobrepoblación de todo tipo de seres humanos, cientos de miles de millones de escritores de todos los estilos imaginables, peleaban por diez o doce lectores disponibles, quienes además no estaban dispuestos a gastar recursos, así que, ganar dinero con eso del hábil bolígrafo (o teclado, da lo mismo), era, en toda la extensión del concepto, una verdadera quimera, una mala broma en un mal día.

Fue entonces que uno de esos desesperados escritores convocó a aquella inconmensurable multitud de protoliteratos a unirse para un único propósito: hacer un convenio con la Sociedad Mundial de Psicólogos para lograr precios módicos en las sesiones terapéuticas relacionadas con la frustración.

Lamentablemente, los minimizados honorarios de los terapeutas rebasaban con mucho las expectativas y posibilidades de los escritores, quienes, ante una pasmosa realidad, optaron por seguir en la absoluta desesperación.

PD: se aceptan membresías.

martes, 28 de abril de 2009

Nací felino


Soy un gato doméstico, pariente cercano de los linces del bosque, de los tigres de Bengala, de los leopardos del Kalahari, de las panteras negras del África recóndita, de los pumas de los Andes…

Me siento muy orgulloso de mi linaje, pero resulta que soy pequeño y comodino.
Dicen las leyendas urbanas que los gatos cazamos ratones. Eso es una gran falacia. Los ratones son demasiado ágiles, además de asquerosos.

Yo me nutro de croquetas de supermercado, formuladas con complementos vitamínicos que evitan la caída de mi pelaje, en elegante plato de plástico rojo.

Lo único que tengo que hacer para ganarme esos privilegios es ser afectivo con mis amos, a quienes les basta un leve ronroneo y una restregada de mi esponjoso rabo por sus piernas.

Dormito casi todo el tiempo, me estiro a placer y observo el mundo pasivamente con mis hermosos ojos de color verde gato.

Me pregunto si se le puede pedir algo más a esta vida.

sábado, 25 de abril de 2009

Kafka reloaded


Anoche soñé que era un hombre sabio que soñaba que era un hombre torpe que soñaba que era un hombre sabio que soñaba que era un hombre torpe…

Ahora no sé si soy un hombre torpe o un hombre sabio.

Lo que me queda claro es que los somníferos que me recomendaron me afectan.

miércoles, 22 de abril de 2009

El Éxito


Misteriosa criatura de ciencia ficción radicada en lejanísimo Más Allá; ente caprichoso imposible de atrapar; ser muy requerido por rezos, sacrificios y plegarias; ánima completamente ajena al mundo de la lógica; engendro imposible de comprender por los desesperados humanos; esencia burlona que promete y rara vez cumple…el Éxito se mofa día a día de todos nosotros con su sarcástica e insoportable sonrisa monalisesca.

martes, 21 de abril de 2009

La enorme carcajada del Gran Misterio


Mientras que miles de religiones hurgan (o pretenden hurgar) en la cosmogonía del Universo; mientras que millones de charlatanes lucran con las necesidades humanas de saber qué hay detrás de esta vida; mientras mucha gente muere por creencias inverosímiles; mientras científicos e intelectuales debaten en lo absurdo…el Gran Misterio se carcajea de todos nosotros tras bambalinas.

lunes, 20 de abril de 2009

El escritor lleno de recursos


Era un escritor tan hábil y lleno de recursos, que sorprendió a la comunidad literaria al concluir el famoso Cuento de Nunca Acabar.

jueves, 16 de abril de 2009

El plagio


Lo que para el representante legal parecía ser una oportunidad de demanda para resarcirse de los ingresos que nunca llegaron, para el escritor, con la cuenta de cheques vacía y la autoestima por los suelos, fue una noticia de verdad refrescante, pero en otro sentido.

Lo que inmediatamente hizo el autor, ignorando las opiniones dramáticas y radicales de su representante, fue llamar al plagiario de sus textos para dos asuntos muy importantes:

Primero, para agradecer que le hubiese gustado su obra más que las de otros escritores. Era para él un verdadero placer ser plagiado.

La segunda, para felicitarlo por haber sido capaz de lucrar en serio con las mismas creaciones que él y su representante jamás fueron capaces de comercializar.

miércoles, 15 de abril de 2009

Formina, la hormiga objetora


Nació hormiga, como otros nacemos sapos, dragones, libélulas o libros de poesía.

La mayoría de nosotros, las criaturas de este incomprensible Universo, nos conformamos con los designios de la Naturaleza, y muchas ni siquiera nos preguntamos por qué somos lo que somos, y simplemente nos dedicamos a ser aquello para lo que fuimos creados, día tras día, toda la vida.

No era el caso de Formina.

Desde que emergió de la larva y sintió el pesado ambiente del hormiguero, percibió resignaciones que la rebasaban.

Renegó del instinto que le fue impuesto, que la obligaba a cumplir con funciones rutinarias muy por debajo de sus capacidades.

Renegó de la jerarquía que la ponía en el nivel de obrera, obligada a nutrir a las larvas hijas de la obesa y repugnante hormiga reina.

Un día decidió emigrar para fundar una colonia de hormigas libres y pensantes en algún otro lugar, ante las antenas atónitas de sus compañeras que no podían entender de razonamientos.

Lamentablemente, un pájaro hambriento no tardó mucho en terminar con un precioso sueño de emancipación y libertad. Formina pagó su audacia participando como víctima en la inevitable cadena alimentaria.

domingo, 12 de abril de 2009

La tortilla de patatas


Normalmente, las tortillas de patatas se cocinan y pasan a la mesa para ser comidas. Eso es todo.

Pero éste no fue el caso de nuestra tortilla de patatas.

Por alguna extraña influencia astral o culinaria –jamás lograremos saberlo-, ésta, desde que fue conformada en la sartén, poseyó una anormal forma de conciencia.

Sabía que su vida iba a ser corta, si acaso de un par de días, así que tenía que aprovecharlos.

También sabía que conformaba uno de los platos típicos de una nación famosa por su cocina mediterránea, lo que la llenaba de orgullo…y de responsabilidades.

Por todo lo anterior, nuestra tortilla se concentró en sí misma. Convenció apasionadamente a todos sus ingredientes (huevo, aceite de oliva, chorizo, patatas, cebolla y sal) de que, en el momento oportuno, debían estar en su mejor forma para generar un sabor óptimo y una memoria gastronómica digna del mejor restaurante del país.

A la hora de la verdad, fue colocada en la mesa frente a un grupo de hambrientos turistas alemanes que visitaban España por primera vez.

Pasó a mejor vida, devorada ávidamente por aquellos vacacionistas de pelo rubio.

Fue acompañada en su aventura final por un vino tinto de la Rioja que se entremezcló con ella íntimamente.

Lo último que nuestra tortilla de patatas logró escuchar, fue un eructo sajón de satisfacción total, razón por lo que se dejó digerir orgullosamente por aquellos intestinos de origen extranjero.

Ella nunca lo supo, pero los glotones alemanes, muy satisfechos de su anterior elección, decidieron pedir una segunda tortilla de patatas.

sábado, 11 de abril de 2009

Acidez existencial


El tipo era pesado, ácido, tóxico, corrosivo, agresivo, hostil, degradante, erosivo, áspero, antipático, cáustico, denigrante e insoportable en extremo.

Pero fuera de esas nimiedades, era una excelente persona.

viernes, 10 de abril de 2009

Musas mediocres


Corría el siglo XXIII.

Las musas ya no eran como antes, improvisadas, ocurrentes o ingeniosas.
Desde hacía más de cien años, su creatividad había sido rebasada por la tecnología.
Muchas habían desertado de su profesión al no poder adaptarse al cambio implícito en la modernidad.

Las más avezadas habían logrado dado el salto, y utilizaban poderosos ordenadores con programas potentes y memorias descomunales que hurgaban en todo el pasado artístico y literario de la humanidad, agotando con ello todas las posibilidades de generar nuevos personajes, argumentos, textos, elementos plásticos, inventos, técnicas novedosas o cualquier otra ocurrencia: ya todo estaba plasmado.

Garnelia, una de las musas aún en activo, reconoció aquella tarde que ya nada había por crear en el planeta: ni con la mejor tecnología cibernética, ni con los mejores bancos de datos disponibles, y mucho menos con sus simples neuronas otrora poderosas, podía generarse algo novedoso.

Con mucha angustia, convocó a su autor de novelas para darle la mala noticia.

Él recibió la mala novedad con escepticismo, y le agradeció una vez más el haberle aportado una idea para un nuevo libro: éste se llamaría El final tecnológico de las musas mediocres.

miércoles, 8 de abril de 2009

El jerarca


Ya no se sentía lo suficientemente fuerte para seguir guiando a su gente. Habían sido muchos años en los que había desplegado toda su energía y vida para sacar aquella pequeña tribu adelante sin haberlo realmente logrado.

Nunca logró darles la tranquilidad y bienestar que hubiera querido. No se sentía culpable, sino frustrado, pues las circunstancias siempre fueron en contra: la sequía interminable de tantos años; la voraz tribu de los Quetzamalli que jamás dejó de acosarlos; y el temible y poderoso volcán Ahuaziatl, que siempre los mantenía preocupados.

No había realmente alguien debidamente preparado para sustituirlo, pero por lo visto jamás lo habría. Ninguno de sus sucesores tenía el talento o la fuerza para dirigir los destinos de su grupo.

Como sea, a alguno tenía que nombrar líder si tenía que retirarse. No era cosa de perpetuarse, ni su cuerpo le permitía ya seguir al frente en condiciones tan difíciles. Escogió entonces al yerno de su prima. No era brillante, pero la gente lo estimaba.

Tampoco pretendía, ante la escasez sempiterna de recursos, convertirse en una carga para su tribu. A partir de ahora sería tan solo un anciano improductivo, una boca más que alimentar, un bulto pesado a la hora de huir ante las frecuentes embestidas de los Quezamalli.

Su única opción era nombrar discretamente a su sucesor y desaparecer para siempre sin hacer ruido.

Para él solamente había dos maneras dignas de irse de este mundo:

Una era entregarse a los Quetzamalli para que lo desollaran y quemaran vivo. Tal vez ese sacrificio sirviese para calmar el odio que siempre le habían tenido a su tribu. Pero para él sería el equivalente a rendirse al enemigo de siempre, lo que no le hacía mucha gracia.

La otra era arrojarse al cráter del Ahuaziatl, que, como sea, era un rival más digno.

Aquella noche, sin avisar a su gente, el anciano ascendió discretamente por la ladera del poderoso volcán.

martes, 7 de abril de 2009

La rebelión de las lechugas


Seguramente por el abuso en el empleo de insecticidas químicos, las lechugas de aquella huerta lograron un brote de conciencia de clase, y decidieron rebelarse contra Juan, el propietario de la finca, exigiendo fertilizante de más calidad, más agua y una forma de recolección más digna. Decidieron hacer huelga de hambre sin asimilar nutrientes, por lo que durante una semana dejaron de crecer.

Juan, que nada sabía de genética ni de inteligencia vegetal, ni le interesaba, y sí conocía mucho de manejo de personal conflictivo, optó simplemente por cortarlas como estaban y rematarlas en el mercado, y cambiar la cosecha por alcachofas, plantas bastante menos complicadas, no sin antes advertir severamente a las semillas de éstas que en su propiedad no se toleraban sindicatos ni agrupaciones vegetales.

Ninguna semilla de alcachofa osó abrir la boca.

domingo, 5 de abril de 2009

La Pasión, según los vacacionistas


Para Juan Antonio, conductor de la ambulancia de la Cruz Roja, la Semana Santa era un verdadero fastidio, pues las carreteras se llenaban de accidentes, mientras que Luis Javier, su ayudante, la disfrutaba mucho, porque le fascinaba ver sangre brotar de las heridas de la gente accidentada, que era mucha.

Antonieta se angustiaba mucho el Miércoles Santo, sabiendo que Judas vendía al Señor por unas pocas monedas.

Para María Luisa, las vacaciones eran la oportunidad de alejarse de casa y de liberarse fumando marihuana y buscando sexo circunstancial en los antros, mientras que para su novio Enrique resultaba una excelente ocasión para ponerse al corriente en sus atrasados estudios.

El Jueves Santo, Antonieta sufría indignada la traición y el cinismo de Judas durante la Última Cena.

Para Pedro, el Señor Obispo, la Semana Santa era la oportunidad de concentrar en su sede muchísimo dinero proveniente de las limosnas de los fieles…para comprar el Masseratti de sus sueños, mientras que para el mendigo de la ciudad las cosas se agravaban, pues todo el mundo salía hacia las playas.

Antonieta lloraba desconsoladamente el Viernes Santo, imaginando la ruta de Jesús al Calvario y su posterior crucifixión y muerte.

Para Sebastián, el comerciante de la ciudad, las vacaciones eran desastrosas, pues las ventas disminuían muchísimo; pero en cambio, para Federico, el hotelero del malecón del puerto, el trabajo crecía muy satisfactoriamente.

El Sábado Santo, Antonieta sollozaba triste por lo que Jesús de Nazareth había sufrido, pero como buena cristiana tenía fe en que algo maravilloso estaba por suceder.

Para José Manuel, el especulador financiero, la Semana Santa equivalía a estar tres días hábiles sin lograr las acostumbradas utilidades en la bolsa de valores, mientras que para Andrés, quien alquilaba autos descapotables a los turistas del puerto, era días espléndidos.

El Domingo de Gloria, renacían la esperanza y la alegría de Antonieta, sabiendo que el Cristo finalmente había resucitado, mientras que los vacacionistas se preocupaban por el enorme tráfico que implicaba el regresar a casa.

viernes, 3 de abril de 2009

El billete que sonreía


Era un billete de tantos, de una denominación barata, nada extraordinario.

Llegó a sus manos desde un cajero electrónico, cuando Juan necesitaba efectivo para seguir corriendo una parranda que de verdad prometía.

Cuando pensaba pagar la cuenta del bar con ese billete, la cara del prócer nacional en él impresa (en tintas tecnológicas imposibles de falsificar), le soltó una sonrisa parecida a la Mona Lisa, pero un tanto más cínica, rara, bastante misteriosa.

Juan dudó de su sobriedad al ver aquel extraño gesto plasmado en papel de seguridad, así que prefirió pagar la cuenta con su tarjeta de crédito y analizar las cosas con más calma.

Para Juan la parranda terminó en ese momento. Sus amigos estaban encantados con el tintorro que les servían, pero él decidió observar detalladamente y de cerca el extraño billete que parecía disfrutar el momento.

No se atrevía a compartir la experiencia con sus amigos, pues no quería ser víctima de escarnios. Simplemente se alejó de la mesa, buscó un lugar algo iluminado, extendió el billete en sus manos, y se dedicó a observarlo.

El héroe nacional impreso en aquel billete insistía en hacer gestos agradables, extrañamente provocativos.

De repente, la cara del billete dedicó un guiño extraño a Juan. Definitivamente, el gesto y la sonrisa eran raros, muy raros.

Juan finalmente tomó su decisión: destruyó el billete homosexual y regresó a la mesa con sus amigos.

Lamentablemente para él, la parranda ya estaba arruinada, y el asunto del billete que provocaba jamás quedó resuelto.

miércoles, 1 de abril de 2009

Ciberamarguras


Durante su nacimiento, se encargó de complicar la vida a su madre y al médico que lo ayudó a salir del vientre. El ambiente del parto era festivo, pues era el primer hijo de la familia, pero él decidió que nadie debía celebrar, así que se enrolló el cordón umbilical en el cuello para preocupar a todos.

Después, ya fuera de su madre, contuvo la respiración intencionalmente hasta ponerse morado, para así arruinar los festejos de su nacimiento.

Vomitaba intencionalmente la leche de su madre, para dejar claro que no era de su satisfacción, y así, siempre renegando y gruñendo, fue creciendo hasta convertirse en un adulto amargado e insoportable al que nada le parecía.

Un día decidió doctorarse en la Ciencia de las Amarguras, así que cursó existencialmente las materias de crítica destructiva, de comentarios negativos fuera de lugar, de acidez existencial, de corrosión psicológica, de envidia sin justificación y de destrucción sistemática de la felicidad ajena.

Finalmente, cuando la gente de carne y hueso decidió no soportarlo más, se vio sin desahogo para su erosiva especialidad psicológica, así que, buscando soluciones, encontró la vida cibernética, en donde millones de víctimas potenciales de todos colores y sabores estaban a su disposición.

Desde entonces, a eso se dedica.