sábado, 31 de mayo de 2008

La leyenda de las leyendas

Dicen que en aquella frondosa selva existió una vez un niño mágico, cuyos preciosos sueños se hacían realidad, para más tarde convertirse en hermosas leyendas que enriquecían la imaginación de los seres humanos.

Soñaba con seres fantásticos, con míticas criaturas, con héroes y con dioses.

Un día el niño fue envenenado por una hechicera perversa que él mismo había creado. Dejó a la humanidad sin leyendas, sin historias fantásticas.

La hechicera jamás supo –sin embargo- de aquel sueño del niño en que él era asesinado por una bruja maldita…y que poco tiempo después renacería en el cuerpo de un jaguar que soñaría sueños humanos, sueños preciosos acerca de seres fantásticos, de míticas criaturas, de héroes y de dioses que después se harían realidad, para más tarde convertirse en hermosas leyendas.

miércoles, 28 de mayo de 2008

La tribu de las mujeres solas

Manuel llegó a aquel bar cansado de trabajar. Era un agente viajero exitoso, pero fastidiado de estar tanto tiempo lejos de casa. Necesitaba un trago y alguna compañía.

Como anillo al dedo estaba aquella belleza morena sentada en una mesa cerca de la banda cuya agradable música animaba el lugar. Ambos se sonrieron, así que Manuel le pidió que la dejase sentar en su mesa. La respuesta fue una enorme sonrisa enseñando una hermosa dentadura blanca.

Platicaron un rato, bailaron hasta el cansancio, y ella –de nombre Cristina- le propuso acercarse a la distancia del beso. Era, definitivamente, provocadora.

Tras de varios minutos de besarse y tocarse el cuerpo mutuamente en aquel oscuro bar de música suave y rítmica, ella le propuso ir a su pequeño pueblo en la selva cercana, a tener sexo de una manera especial e inesperada, a cambio de una simple condición: no hacer preguntas.
Manuel aceptó encantado, y ambos salieron, en el jeep de Cristina, hacia un desconocido lugar más allá de los frondosos árboles que rodeaban a la ciudad. Llegaron en poco tiempo. El lugar era bello, aislado, rodeado de una vegetación espléndida, con ruidos de animales tropicales que motivaban.

En ese precioso lugar vivían solamente Cristina y otras cinco mujeres, de varias razas, todas ellas bellas y sensuales, quienes le dieron la bienvenida de manera especial al excitado visitante. Todas vestían ropa ligera, y acariciaron a Manuel ante la permisiva y sonriente Cristina, quien se veía feliz por haber llevado a ese guapo viajero a su aldea.

Esa noche Manuel tuvo increíble sexo simultáneo con dos de ellas, Cristina y Mariana, pero fue advertido que sería compartido por todas las demás en los próximos días. Aquello le resultaba increíble y muy excitante. Hubiese querido saber de qué se trataba, pero todo se veía sensacional, además de que había prometido no hacer preguntas. Simplemente decidió dejarse llevar por la situación.

Por la mañana, tras de despertar abrazado por Cristina y Mariana, fue dulcemente acariciado por la bella Toña, con quien tuvo sexo matinal antes de probar un delicioso desayuno con jugos de excitantes frutas para él desconocidas.

Más tarde aparecieron Luisa y María Inés, quienes lo tomaron dulcemente de la cintura, llevándolo a otra de las cabañas para volverlo loco con sus habilidades sexuales.

A medio día, antes de comer, apareció ante él, casi desnuda, la bella Florencia, para pervertirlo dulcemente con una forma nueva de tener sexo, algo de verdad divino.

La comida con las seis mujeres fue muy agradable. De nuevo, las deliciosas frutas y hierbas desconocidas, todas ellas afrodisíacas, llevaron a Manuel a una excitación sexual profunda, por lo que el postre fue un ritual erótico en el que participaron todas las mujeres excepto Florencia, quien parecía ser el plato fuerte entre mil delicias.

Pasaron así varios días en los que el sexo variado e inagotable con todas ellas, motivado y estimulado por diferentes frutas y plantas desconocidas, fue toda una deseable rutina.

Pocos días después, Manuel se empezó a sentir físicamente débil, pero sin que esto menguase su creciente capacidad sexual: a diario hacía el amor varias veces con las seis mujeres, sin que ninguna de ellas le desagradase. Como no podía hacer preguntas, simplemente consideró que su debilitamiento físico correspondía al abuso de la actividad sexual, a pesar de que su excitación continuaba creciendo a cada momento.

Para el quinto día, Manuel ya estaba demasiado débil para salir de la cama, pero las seis mujeres se turnaron para acariciarlo, para excitarlo y complacerlo sexualmente. En un momento dado, quiso preguntar a Cristina por su extraña debilidad corporal, pero ella, con su enorme sonrisa, le respondió con un beso en el pene, tras recordarle su promesa de aceptar todo sin cuestionamientos.

El sexto día, el debilitado Manuel fue cargado en una camilla y llevado a una especie de cocina. Las seis mujeres le besaron todo el cuerpo, le hicieron el amor, y de repente, siguiendo una señal de Florencia, empezaron a cortarle pedazos de su cuerpo con un cuchillo filoso que sorprendentemente no le dolía. Su sangre fue puesta en vasijas de cerámica, y bebida por todas las mujeres a modo de ritual. Ya desmayado por el desangramiento pero aún vivo, fue cortado en pedazos y devorado poco a poco por todas ellas. La carne de la víctima estaba suave y tierna. Florencia –como siempre- había sabido macerarla adecuadamente con sus frutas y hierbajos.

Al acabar de comer su cuerpo, Cristina -siempre con su enorme sonrisa por delante- se despidió de las demás mujeres, prometiendo regresar pronto con una nueva víctima.

La noche siguiente, Luis Antonio, un ejecutivo financiero de visita a la ciudad, entró en el oscuro bar. Sus ojos fueron a encontrarse casualmente con los de una bella mujer morena, cuya agradable sonrisa mostraba una hermosa dentadura blanca.

martes, 27 de mayo de 2008

Luna mentirosa

Él les creyó todo, a ella y a la luna, pues la belleza de sus ojos negros y el reflejo en ellos del astro de plata parecían sinceros. Así, le entregó su amor.

Ella se fue con otro.

La luna, desde aquel día, ya no le da la cara.

lunes, 26 de mayo de 2008

La mujer colibrí

Nunca pudo ella saber si era mujer o colibrí. El hechizo fue anterior a su conciencia.

Por las mañanas, volaba en aquel florido jardín. Se detenía unos instantes ante cada flor. Ellas se ilusionaban con su presencia. El colibrí succionaba su néctar, mientras les prometía amor y eterna fidelidad. Después volaba hacia otra flor, y repetía su ritual promesa con embriagador encanto.

Por las noches frecuentaba a los hombres. Sus besos eran de fuego, enmarcados por ojos que parecían sinceros. Les prometía amor y eterna fidelidad. Después, su maldición le hacía repetir el erótico flirteo con otros, enamorándolos a todos. Aquél era su destino.

Un día el hermoso colibrí amaneció muerto en el jardín de flores. Lo habían envenenado.

Hay quien dice que fue un amante celoso. Otros dicen que fue víctima de una flor despechada.

viernes, 23 de mayo de 2008

Autocarnavalización

Para matar el aburrimiento, decidí disfrazarme de mí mismo, y así morirme de la risa de lo ridículo que resulto.

jueves, 22 de mayo de 2008

Airosa caminaba...

Fue sorprendida al encender la luz del cuarto de baño en mi hotel en la ciudad de Lima cuando yo pretendía darme un duchazo. Era una enorme cucaracha, todo un ejemplar de pura sangre.

Ambos quedamos frente a frente, ambos acorralados el uno por el otro y en situación muy incómoda. Era una de esas ocasiones en que ninguno de los dos podía demostrar el menor miedo o debilidad, so pena de pagar enormes consecuencias.

Empecé a sudar frío. Quiero creer que la cucaracha estaba igualmente aterrorizada.

Para tratar de distensionar el ambiente, y pensando que era hembra (y limeña), decidí cantarle una canción: la Flor de la Canela.

"Jazmines en el pelo
y rosas en la cara,
airosa caminaba
la Flor de la Canela...".

Seguía con su mirada fija en mí.

No se inmutó con mi canto, así que concluí que era macho. Entonces le canté Caballero de Fina Estampa.

“Fina estampa caballero,
caballero de fina estampa,
un lucero…”

Antes de que yo terminase la segunda estrofa, el animal se movió un par de centímetros hacia mí.

Fue demasiado: opté por salir corriendo del cuarto de baño.

Nunca más supe del paradero de aquella horrible bestia peruana...ni ella del mío.

sábado, 17 de mayo de 2008

El jaguar y el trascavo

Después de miles de años de ser el rey de las selvas amazónicas, el depredador por excelencia, aquel inteligente jaguar de mirada penetrante, reconoció que pronto, muy pronto, sería desplazado para siempre: una potente y humeante criatura metálica de color amarillo, que arrasaba con árboles y arroyos, habría de sustituirlo irremisiblemente con sus poderosos rugidos con olor a kerosene.

El pistache

Al principio parecía normal, como lo somos la mayoría de nosotros, pero su ADN contenía un insignificante gen que lo hizo con el tiempo diferenciarse totalmente de los de su especie.

Fue comprado al mayoreo en la tienda de don Venancio, al igual que se acostumbra hacerlo con todos los pistaches. Su destino fue la taberna del Rincón Andaluz, en donde sería puesto -junto con muchos otros compañeros- en un pequeño plato para entretener el hambre de los clientes mientras les preparaban las famosas tapas del lugar.

Su debut en una mesa de taberna fue un desastre: un cliente que platicaba apasionadamente de política con su amigo, lo tomó sin ponerle mayor atención. Trató de abrirlo inútilmente con sus manos y, al no poder, simplemente lo regresó al plato de donde lo había tomado. Los demás pistaches que lo acompañaban esa noche se dejaron abrir y masticar sin mayor problema.

Más tarde, el camarero recogió la mesa y lo devolvió a la cacerola de los pistaches, sin darle mayor importancia al asunto.

Esta situación se repitió al día siguiente, y al otro, y al otro, durante semanas, durante meses, durante años.

El pistache de esta historia parecía estar predestinado a no ser jamás comido, lo que, si lo pensamos bien, no era tan malo, pues “el día siguiente” tiene siempre un cariz optimista.

Pasó por los dedos de políticos, de estrellas de cine, de mujeres de la calle, de intelectuales, de burócratas, de travestis, de toda clase de gente. Escuchó miles de conversaciones de la infinidad de temas que se tratan en una taberna, al extremo de que se volvió experto en política, en amores desaventurados, en toros, en fútbol, en negocios y en otros mil menesteres.

Después de cinco o seis años de vivir en la taberna y de enfrentarse día a día con dedos y uñas que inútilmente intentaban abrirlo para masticarlo, decidió convertirse en asesor delos seres humanos. Los profundos conocimientos adquiridos en decenas de temas escuchados en la taberna durante todo ese tiempo, lo avalaban.

Lamentablemente, cuando pensaba ya en la forma de promover comercialmente sus enormes conocimientos en la temática humana, llegó a la taberna Chipi el leñador –toda una bestia- , quien con un par de apretones de sus enormes y callosos dedazos, lo hizo pedazos. Lo único que nuestro pistache no conocía de los seres humanos era la fuerza de una dentadura y la poderosa capacidad de digestión de los jugos gástricos. Esa tarde, antes de morir, completó tardíamente su experiencia.

Muchos años de sabiduría humana se fueron para siempre al inmundo caño madrileño un par de horas después.