martes, 29 de julio de 2008

La caja de herramientas de mi musa

Por un increíble descuido de su parte, mi musa particular dejó abandonada su caja de herramientas en mi estudio. La guardé con cuidado para devolvérsela en cuanto apareciese, pero, la verdad, últimamente me frecuenta muy poco. Así, poco a poco me fue ganando la curiosidad acerca de su contenido, hasta que no la pude soportar y decidí abrirla.

¿Qué podía esperarse encontrar en esa hermosa urna de color rojo carmesí?

Yo pensaba que en ella encontraría ideas, proyectos, personajes y tramas de cuentos, pero cuán grande sería mi sorpresa, cuando lo que encontré fueron los siguientes objetos, perfectamente identificados y etiquetados:

Un lubricante para que fluya toda lo que se atora en mi cerebro, que es bastante.

Gingko biloba, para que disminuya mi Alzheimer y no olvide las pocas ideas que tengo.

Un exprimidor para cerebros, para así poder extraer hasta la última gota de lo poco que se me ocurre.

Un tirabuzón (enorme, del tamaño de un forceps), para poder sacar con fuerza la escasa creatividad que poseo.

Un laxante cerebral, para un seso estreñido como el mío.

Una enciclopedia de personajes fantásticos, para evitar ser repetitivo como suelo serlo.

Y al fondo encontré un frasco de píldoras de paciencia, de una gran dosis de paciencia, que con toda seguridad son para ella, al pasar días y días sin que yo sea capaz de inventar algo bueno.

Finalmente me di cuenta de que mi musa había dejado su urna olvidada intencionalmente en mi estudio, pues harta ya de mi crónica esterilidad intelectual, decidió irse de vacaciones.

Como sea, con su aparente olvido y considerando mi enorme curiosidad, me dejó dentro de su caja de herramientas un mensaje clarísimo de la clase de escritor considera que soy.

lunes, 28 de julio de 2008

Fichas


Desde que fue fabricada, estuvo inconforme con su destino. Quiso sin embargo afrontarlo para ver si podía cambiarlo.

Cuando la colocaron en aquella caja de madera que le parecía un ataúd, conoció a sus quince compañeras blancas, y también vio de frente a sus enemigas negras.

Intentó convencer a sus compañeras de jugar a las damas sin violencia, es decir, sin comerse a las rivales. Una enorme carcajada colectiva se dejó sentir en el estante de la juguetería.

Como no encontró eco a su vocación pacifista, se vistió de negro para convencer a sus rivales de evitar el canibalismo entre las de su especie. También se rieron de ella.

Finalmente encontró la solución a su problema: permaneció disfrazada de negro, y así el niño que compró la caja de damas la devolvió a la juguetería nada más abrirla, por tener diecisiete fichas negras y solamente quince blancas.

Hoy toda la caja de damas, con el tablero incluido, yace empolvada en un estante abandonado al fondo de la juguetería.

Finalmente, la ficha pacifista logró concluir su existencia con la conciencia completamente tranquila.

miércoles, 23 de julio de 2008

Los adjetivos posesivos


Como abusivos acaparadores, como neuróticos obsesionados por quedarse con todo –lo mío, lo tuyo, lo nuestro y lo ajeno-, vinieron al mundo gramatical los adjetivos posesivos.

martes, 22 de julio de 2008

¿Por qué la noche es tan oscura?

Alguna vez el sol amó a la noche. La quiso mucho, tanto como ella a él.

Pero se atravesó la luna.

El sol tuvo unos días de duda, mientras la noche se volvía oscura de tristeza. Ella nunca más quiso volver a verlo.

Ahora, por más que el sol arrepentido la busca en todas partes, por más vueltas que da para encontrarla, ella lo evita eternamente.

martes, 15 de julio de 2008

Diana y el arco iris

Diana era una hermosa y cariñosa perra dálmata que esperaba bebés muy pronto. Como su barriga le pesaba mucho, dormía día y noche para reponerse del cansancio que el estar preñada le generaba.

Una tarde, después de la lluvia, la despertó un ruido cerca de donde tenía sus platos de agua y de comida. Pensó que era un gato aprovechado y salió corriendo a darle un susto, cuando se dio cuenta de que no era un felino quien bebía y comía de sus platos, sino algo mucho más grande y extraño: era el arco iris, que hambriento y sediento por estar tanto tiempo de pie, decidió acercarse a comer y beber algo de unos platos aparentemente abandonados.

Diana suspendió sus ladridos y se disculpó con el arco iris. Él, que sabía todo lo que pasaba en el mundo, le sonrió a su manera -abrillantando sus colores- y así agradeció a la perra que le hubiese permitido beber y alimentarse.

Ella le movió el rabo a manera de despedida, sin tener la menor idea de lo que el arco iris le había dejado de regalo en su vientre.

Unos días después, Diana dio a luz siete hermosos y robustos cachorros blancos llenos de manchas como cualquier dálmata, pero todos ellos con una característica especial, regalo del amigable arco iris: sus manchas eran todas de diferentes colores, rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, índigo y violeta.

Los cachorros eran tan agradables y vistosos, que en pocos días la casa se llenó de niños que querían conocerlos. En muy poco tiempo todos ellos encontraron hogar y cariño, y así la orgullosa Diana volvió a la calma de la dulce convivencia con sus queridos amos, que todas las tardes, después de la lluvia, la sacaban a pasear para que saludase a su amigo el arco iris.

martes, 8 de julio de 2008

Concierto de flauta

El burro que tocó la flauta (supuestamente por casualidad) se complace en invitar a Usted y a su honorable familia al magno concierto solista de flauta que se llevará a cabo el próximo viernes en el Palacio de las Bellas Artes de esta ciudad, auspiciado por el Conservatorio Nacional de Música.

Espera con ello dejar claro que es un gran flautista y que existen intereses creados empeñados en desprestigiarlo.

lunes, 7 de julio de 2008

El olmo orgulloso de serlo




Aquel olmo estaba tan orgulloso de serlo, que, ignorando lo que de su especie se decía, daba peras a quien se las pedía.