
Aburrido de todo y de todos, aquel hombre decidió integrarse al tercer párrafo del libro de Peter Pan.
Si bien al principio los personajes del Reino de Nunca Jamás desconfiaron de él y de sus orígenes, pronto se dieron cuenta de que era una buena persona que lucharía a favor de los niños perdidos, de Wendy y del hada Campanilla en contra del malvado Capitán Garfio.
Una vez consumada la derrota de este villano, emigró al cuento de los tres cochinitos y el lobo, en el que, armado de una escopeta, hizo huir a la mala bestia, dejando a los cuinos completamente protegidos.
Apareció al final del cuento de la Caperucita, disfrazado de leñador, y salvó a la abuela de las fauces del feroz lobo.
Encontró una rendija en el mundo fantástico que le permitió llegar a tiempo a rescatar al hombre araña de una trampa que le había tendido el perverso Dr. Octupus.
Fue entonces que le entró la nostalgia y decidió regresar a casa con su mujer y sus hijos, un poco tarde para la hora de la cena.
Quiso disculparse por el retraso, pero comprendió que nadie le iba a creer las razones.
Cenó en silencio y se fue a la cama.
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