viernes, 30 de diciembre de 2011

La nariz


Hubo una vez una nariz deliciosa, la cual, a quien la veía de cerca, le generaba un irresistible antojo deslizar por ella el dedo (de arriba abajo y de abajo a arriba).

Aquella hermosa nariz -que generaba un espléndido, irresistible y antojoso perfil- disfrutaba mucho de esa táctil sensación, hasta que las llamadas Circunstancias aparecieron y le negaron al dedo el mágico contacto.

Después de eso, el dedo, los músculos que lo controlaban, y las neuronas que dirigían aquel inenarrable desliz, murieron de desesperanza.

Dicen por ahí que también la nariz extraña todavía al deslizante y enamorado dedo.

La noche de las Aberraciones


Zeus, en su olímpica promiscuidad, tuvo relaciones –bajo la influencia del los espiritosos vinos de Baco- con una ninfa muy tonta (pero sexualmente imponente). De ese desequilibrado encuentro nacieron las Aberraciones.

Pudo haber sido una noche como cualquier otra, porque nada había de diferente: ni el clima, ni la alineación de los astros, ni siquiera era martes 13 o un día nefasto.

Simplemente las Aberraciones decidieron que ese día harían su reunión secular, y tras de degustar aberrantemente los mejores vinos de la costas helénicas -aquellos que con toda dignidad y protocolo bebieron Aquiles y Agamenón antes de la batalla de Troya- decidieron salir imprudentemente a las calles humanas a hacer acto de presencia. Como sea, la prudencia nunca fue una de sus virtudes.

Fue precisamente esa noche que imprudentemente se me ocurrió invitar a cenar a Elizabeth. Todo salió mal. Tal vez ella era una de las Aberraciones. O no: tal vez mis infundadas esperanzas eran una de las maquinadas facetas de esas incongruentes criaturas.

Jamás lo sabré, pero –con el perdón del Olimpo- confieso que extraño a Elizabeth.

jueves, 29 de diciembre de 2011

La historia del pavo que sobrevivió a la Nochebuena


Nadie, en su sano juicio, haría un examen psicométrico a un pavo, y menos un granjero cuyo único objetivo era aprovechar la época navideña para engrosar su cuenta de cheques.

Matías, que desde hacía veinte años criaba pavos navideños, lo buscó por todas partes, pero no fue capaz de encontrarlo.

Pavín no era un conocedor de la historia contemporánea, pero su inteligencia y varias frustantes experiencias familiares lo convencieron que la granja de Matías no difería mucho de los campos nazis de exterminio.

Fue por eso que la víspera de la Noche Buena, se escondió en un lugar que sólo él conocía.

Pavín reapareció en el comedero de los pavos de la granja de Matías el 26 de diciembre, cuando su valor de mercado ya no era una amenaza existencial.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Desconcierto


Llovía, pero no del todo. O sí: de repente era un aguacero, o un chipi chipi, o nada.

Las nubes recibían instrucciones equívocas: ¡píntate de negro! ¡ahora de blanco! ¡desaparece! No sabían qué hacer.

El hecho es que el cielo estaba desconcertado, porque la luna, esa tarde, lo había abandonado.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Y tú, ¿qué comprarías?


Dios –o como se llame- en su supuesta magnanimidad (que no ha quedado plenamente demostrada para todos), generó (no sabemos por qué, aunque algunos arrogantes digan que sí lo saben) una humanidad que, poco a poco, y después de millones de años de evolución, guerras, pestes y problemas de todo tipo, inventó la Internet.

Una vez logrado el anterior objetivo, el llamado Creador puso en la web una página de e-commerce muy interesante (a la que todos estamos invitados), en la que cualquiera de nosotros puede comprar lo que desee.

Algunos imbéciles comprarían en ella un frigorífico de nueva generación, sin olores, con mucho espacio y bajo consumo de energía (con tarjeta de crédito o Pay Pal). Otros comprarían una casa en un lugar privilegiado, o una acción en un club, o un viaje a Bali.

Dios -o como se llame- quedaría muy desencantado de lo anterior, aunque sabe que Él es totalmente culpable de que la mayoría de la humanidad sea banal.

Si nos metemos de lleno en ese website podremos encontrar cosas más interesantes, dignas (ahora sí) de una oferta del tal Dios (o como quiera que se llame el webmaster de esa particular página).

Por ejemplo, podríamos comprar felicidad, si es que en nuestro paso por este planeta eso no se nos ha dado. Otros comprarían status, para poder codearse con gente importante. Otros comprarían compañía (la soledad es patética); o salud (que a quien le falta resulta un bien precioso); o autorrealización (que tampoco abunda); o descendencia (tan importante como puede ser el instinto de que nuestros genes trasciendan).

En fin, en la página web

www.quetehacerealmentefaltaenlavida.com

hay una enorme oferta de cantidad de productos que cualquiera de nosotros podría necesitar.

Algunos de estos bienes se pueden comprar con tarjeta de crédito o con Pay Pal. Otros se compran simplemente con desearlos, o con algún esfuerzo menor (o tal vez excepcional), pero el hecho es que en ese lugar único del ciberespacio podemos encontrar cosas inimaginables y muy relevantes para nuestra existencia.

Y tú - una vez registrado-, ¿qué comprarías en ese lugar?

lunes, 5 de diciembre de 2011

El poeta herido de muerte


Manejaba adecuadamente las dosis de amor y desamor que se le presentaban, y con ellas hacía maravillas en el papel, suficientes para impactar cualquier sentimiento, cualquier afecto.

Por eso fue que su literatura fue reconocida ampliamente, y leída y aplaudida en casi todo el mundo.

Pero un mal día fue rebasado por los acontecimientos. Una mujer supo destrozarlo –a él, a su prosa y a su poesía, a su esencia humana-.

Jamás pudo volver a escribir. El poeta, herido de amor y de muerte, dejó de ser poeta, de ser escritor, de ser humano.

Su pluma dejó de ser pluma. La tinta en la que remojaba sus pensamientos se secó para siempre. El tintero y el papel lloraron desconsolados, pero nada pudieron hacer.

Su verso –hermoso como había sido hasta entonces- fue asesinado para siempre.

Delirio por tu culpa


En aquel extraño mundo al revés, los gatos atacaban a los perros, los ratones a los gatos, los patos tiraban a las escopetas, los ríos corrían cuesta arriba, las estrellas brillaban de día, los árboles florecían en invierno, los leones llevaban la caza a las leonas, las gacelas se alimentaban de cocodrilos…y tú, tú me adorabas con pasión.