
Llovía, pero no del todo. O sí: de repente era un aguacero, o un chipi chipi, o nada.
Las nubes recibían instrucciones equívocas: ¡píntate de negro! ¡ahora de blanco! ¡desaparece! No sabían qué hacer.
El hecho es que el cielo estaba desconcertado, porque la luna, esa tarde, lo había abandonado.
1 comentario:
Muy romántico...
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