miércoles, 28 de diciembre de 2011

Desconcierto


Llovía, pero no del todo. O sí: de repente era un aguacero, o un chipi chipi, o nada.

Las nubes recibían instrucciones equívocas: ¡píntate de negro! ¡ahora de blanco! ¡desaparece! No sabían qué hacer.

El hecho es que el cielo estaba desconcertado, porque la luna, esa tarde, lo había abandonado.