Sueños dulces tiene el alacrán: un mundo
sin pájaros ni suricatas que lo molesten, y lleno de arañas e insectos, todos
ellos jugosos y carnosos; con muchas hembras de su especie, fogosas y sexuales;
un mundo pleno de rocas y de escondrijos para facilitar sus emboscadas y
huidas.
Pesadillas también las tiene, algunas de
ellas terribles, como por ejemplo, la del despiadado pájaro negro que pretende
devorarlo, o la de la tarántula peluda que ansía atraparlo para comérselo, pero
sobre todo aquella en que una enorme bota humana lo persigue para aplastarlo.
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