Arrogante:
quien restriega innecesariamente sus virtudes
Presumido:
quien exagera sus virtudes
Inmodesto:
quien no se siente obligado a ocultar sus virtudes
Mentiroso:
quien miente acerca de sus virtudes
Soberbio:
quien hace uso de sus virtudes para ofender a los demás
DOCTORADO
EN ARROGANCIA
La Inmodestia llegó aquella
tarde con un poco de retraso al elegante club de los Adjetivos Calificativos,
dispuesta a pasar una tarde agradable jugando a las cartas. Encontró -ya sentadas en la mesa y jugando- a sus
compañeras de siempre, y se hizo notar para ver si le permitían incorporarse al
juego inmediatamente. Las demás estaban metidas en la partida, y no querían interrumpirla, así que ninguna
hizo caso de la intencionada y notoria presencia de la Inmodestia.
Ya cansada de esperar su turno para entrar al
juego, les dijo:
“Parece mentira que no me dejéis jugar. Claro:
sabéis de sobra que casi siempre os gano, pues soy con mucho la mejor. Por eso hacéis
como que no me veis.” Esto era cierto: de cada cinco juegos, la Inmodestia ganaba tres.
La Arrogancia respondió a la Inmodestia: “¡Yo soy
igual de buena que tú! Es obvio que tú y yo ganamos casi siempre.”
La Presunción intervino: “No sé
de donde sacáis esas estadísticas: yo soy brillante en todo lo que hago, y este
juego no es la excepción.”
La Mentira –sintiéndose
rebasada- dijo: “Yo con vosotras siempre pierdo, pero en el otro club en donde
juego, se me considera un genio. Este juego es circunstancial”.
La Soberbia –dirigiéndoles una
mirada de superioridad- les dijo: “La gente inferior habla y habla. No voy a
comparar mi inteligencia con ninguna de vosotras. Perdería la figura y mi
tiempo.”
La Inmodestia finalmente se
incorporó a la partida, y así las cinco amigas pasaron una insoportable tarde “de
lo más agradable”.
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