miércoles, 6 de febrero de 2019

¿Por qué Cronos llegó a ser dios?




Cronos era como cualquier de nosotros: un ser que vivía ocupado, con muchas cosas que hacer para ganarse la vida, con una familia llena de absurdas necesidades crecientes y con una presión consumista impresionante emanada del Medio Ambiente.

A cada rato el Estrés -uno de sus aparentes amigos más cercanos- lo presionaba para que aquél lograra rápidamente una u otra cosa. Otra extraña amiga de su barrio, la Angustia, solía mortificarlo con lo que podía pasar si no sacaba todas las cosas a tiempo: le presentaba escenarios espantosos en los que Cronos de verdad creía, y así éste era frecuentemente visitado por el Insomnio.

Cronos era un muchacho infeliz. Su vida era exitosamente lamentable o lamentablemente exitosa, cuestión de enfoques.

Y un día, cuando otro personaje cercano a él -el Infarto- lo llamó por teléfono para anunciarle una próxima visita, su amiga Prudencia –inexplicablemente salida de sus canas- le acarició la mejilla y le dijo:

“Cronos: sólo se vive una vez. Si la Muerte toca tu puerta, todo lo que hoy valoras y has logrado, se convertirá en polvo virtual. ¿No piensas que es mejor cambiar de forma de vida? ¿No existen para ti objetivos más sublimes que el Dinero, la Productividad y el Nivel de Vida?”

Al principio Cronos estuvo desconcertado, evaluando quiénes eran de verdad sus amigos y quiénes no lo eran. Pero aquella llamada del Infarto no le había hecho gracia, así que un día llamó a la Prudencia y a la Madurez, y les pidió auxilio. Estaba desesperado, atrapado en un mundo absurdo que no lo llevaba a ninguna parte.

Cronos –por sugerencia de sus amigas- renunció a su vida anterior. Se volvió asceta en un mundo de idiotas ocupados. Tiró su Reloj a la basura, y lo cambió por la Calma. También corrió de su mundo a sus Objetivos, a sus Obsesiones y a sus Necesidades.

Pronto Cronos se dio cuenta de que había sido víctima de sí mismo. No había nadie más a quién culpar de sus errores, de su situación, de sus problemas. Se frenó a sí mismo, y fue tan feliz que decidió pasar su alegre mensaje al Universo, el dios de los dioses.

Éste, agradecido por tan sabio consejo de un simple mortal, lo llamó a regir una importante parte de su infinito reino, el Devenir del Tiempo.

Hoy Cronos es un dios maduro y justo que otorga a todos los seres humanos exactamente las mismas Oportunidades: veinticuatro  horas al día, semanas de siete días, meses de treinta días y años de doce meses. Deja, desde luego, al albedrío humano, la administración de sus propias Oportunidades. En eso nunca se ha metido. Cada quien es finalmente dueño de sí mismo, de su Felicidad, de sus Presiones, de sus Absurdos.

Y así, desde su panorámico lugar, Cronos deja ser idiotas a los Idiotas, así como disfruta de la gente sabia que maduramente aprovecha esa Gran Oportunidad a la que los humanos llamamos Vida.


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