viernes, 27 de mayo de 2011

El otro monasterio


Era definitivamente un grupo selecto.

El ingenuo y arrogante Vaticano los escogió por su brillante inteligencia, sin saber realmente en lo que se metía.

Al principio, aquellos veinte monjes consideraron rescatar –con su enorme capacidad intelectual- a los feligreses que huían desesperadamente de la Fe, de la Iglesia.
Pronto se dieron cuenta de que iban por el camino equivocado: en realidad nada había que rescatar.

Para llegar a esa conclusión, revisaron de forma erudita todos los Libros: los cristianos, los musulmanes, los orientales, los de las innumerables sectas surgidas de los errores de interpretación de libros huecos y falsificados.

Un día decidieron, en Solemne Sesión, utilizar los enormes fondos de que disponían en investigaciones biológicas que nada tenían que ver con la propagación de la Fe, con el decadente cristianismo, con los perversos objetivos del Vaticano.

Montaron un impresionante laboratorio bioquímico disfrazado de monasterio, en donde aquellos científicos, sabios, ateos y objetivos, desarrollaron la Sagrada Bacteria.

Una vez liberada ésta, el Génesis quedó totalmente alterado: lo que el tal Dios bíblico creó en siete días, fue aniquilado en cuestión de horas.

Aquella veintena de sabios monjes acabaron en muy poco tiempo con la patética humanidad.

Otros dioses, de naturaleza muy diferente al cristiano, apreciaron el gesto de aquellos brillantes monjes.

La Tierra vivió, a partir de ese momento, ya sin la desesperante humanidad, sus mejores épocas.

No hay comentarios: