lunes, 23 de agosto de 2010

La cantina de los Fastidios


Muy contentos, recordando como siempre sus hazañas de pasado y brindando por su futuro, estaban los Fastidios, celebrando sus éxitos en aquella cantina llamada El Disgusto, en la que pasaban sus ratos de ocio.

Hablaban entre ellos de cómo aburrir a los humanos, de cómo desesperarlos, de cómo hacerles perder la calma y la alegría, de alargarles el tiempo, de arruinarles las mejores expectativas, de dejarlos en ascuas, de sacarlos de quicio, y en todo eso ellos eran verdaderos expertos.

Los Fastidios eran entes felices, inteligentes y realizados, que se nutrían de ver cómo los humanos se enfadaban con ellos mismos y con las circunstancias.

Todo iba bien en su existencia, hasta que a un científico imbécil se le ocurrió inventar el Prozac.

2 comentarios:

Joice Worm dijo...

Pero así mismo los Fastidios encuentran un espacio en que pueden ser oídos, depende de la mente...

Legendario dijo...

Hola, preciosa:

Ya hacías falta en este desierto.

Un abrazo.