miércoles, 10 de marzo de 2010

El robatriciclos


Tenía talento de sobra para robar autos de lujo y bancos muy protegidos.

Su prestigio en el hampa era enorme.

Abría cerraduras complicadas en cuestión de segundos, y ni las mejores cajas fuertes lo resistían.

Sin embargo, un trauma infantil lo manejaba.

Sus padres nunca le quisieron comprar un triciclo por temor a que un automóvil lo atropellase, lo que jamás pudo superar, así que ya adulto desperdiciaba su talento vigilando oculto a niños en los parques, esperando la menor distracción para quitarles su vehículo de tres ruedas.

Una vez que lo robaba lo llevaba a casa y se montaba en él ilusionado. Pedaleaba hasta el cansancio por los pasillos de su modesto piso.

Después dormía satisfecho, pero a la mañana siguiente volvía al parque a observar a las distraídas criaturas.

Cuando fue finalmente arrestado, paso al libro de record de Guiness como el poseedor de la mayor colección de triciclos del mundo.

Dicen las malas lenguas que en su pequeña celda carcelaria pasea en triciclo de la mañana a la noche, indiferente ante la burla inclemente de los demás presidiarios que obviamente no entienden nada de la vida.

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