viernes, 20 de noviembre de 2009
El último bicharrajo
Hacía un buen rato que Max no encontraba una hembra con quien aparearse, lo que le sorprendía, porque antes era diferente: las había por todas partes.
También le extrañaba que desde hacía algunos días no veía a ningún otro bicharrajo disputándole la comida o el territorio.
Esa soledad era extraña y muy desconcertante.
Su sorpresa dejó de serlo cuando percibió sobre su cuerpo la sombra de la suela de un enorme zapato humano.
Lo último que Max percibió de su existencia fue el sonido crosh de la destrucción de toda su estructura corporal.
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