sábado, 8 de agosto de 2009
Shira y los duendes del bosque encantado
Tenemos la fortuna de vivir en las cercanías de un espléndido bosque urbano. La leyenda de nuestro barrio dice que en él existen duendes increíbles, criaturas que hacen todo lo posible porque ese maravilloso lugar no caiga en manos de las voraces empresas urbanizadoras.
A mi hermosa perra Shira y a mí nos gusta mucho pasear por ese desierto bosque, por lo que, un par de veces al día, al amanecer y al atardecer, solemos caminar entusiasmados entre sus árboles y matorrales, descubriendo barrancas y arroyos limpios, cosas tan extraordinarias hoy en día como lo son los duendes cuidadores.
En alguna parte, Shira debe haber escuchado hablar de los duendes de este bosque, pues cuando descubrimos algún pequeño sendero, agudiza su olfato y sus oídos, esperando encontrar alguno, o, por lo menos, descubrir sus huellas.
Varias veces le dicho a Shira que se trata de una leyenda, que los duendes no existen, pero ella insiste en querer encontrarlos.
También le he dicho que los duendes –en todo caso- son seres discretos que evitan a los humanos y a los perros, que no dejan huellas ni aroma, y que lo último que desean es que los encontremos.
Pero Shira, que es una gran optimista, y no deja de buscarlos, a veces hasta la frustración. En alguna ocasión ha llegado a casa con un poco de depresión.
En fin, tarde o temprano se convencerá de que no estamos en un bosque fantástico, excepto por algo extraño que nos aconteció hace un par de días: a unos veinte metros de donde estábamos, nos pareció ver a una niña de unos diez años vestida con una caperuza roja conversando con un espléndido lobo color negro. Cuando intentamos acercarnos a ellos, ambos se esfumaron misteriosamente…
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