domingo, 14 de diciembre de 2008

Remordimientos


Algo era seguro: después de devorar a sus víctimas, su cerebro se llenaba de terribles remordimientos.

Él era un monstruo implacable, incapaz de pensar en otras criaturas que no fuesen él mismo, pero su estómago tenía unas enzimas que, al digerir la carne de la víctima, extraían de ella los afectos, las ilusiones y las esperanzas de ésta, enviándolas a su cerebro, y lo ponían triste, muy triste.

Pero ya había aprendido que bastaba un eructo para deshacerse de todo tipo de remordimiento digestivo.

3 comentarios:

Joice Worm dijo...

Haha... Si tu no hubiese nacido, yo lo inventaria...

Legendario dijo...

Joice:

Una vez más te agradezco que seas la única ave en este oasis.

Un abrazo

Joice Worm dijo...

Es que la gente todavia no lo sabe o que perde aquí, amigo!!
Un beso muy grande en sus manos.