
Intentando poseer una palabra mágica para salir adelante en la dura lucha cotidiana por la existencia, José Antonio utilizó una y otra vez el clásico abracadabra que había escuchado en el cine aquella tarde, tratando de convertir a su infeliz gato experimental en un sapo verde asqueroso.
Después de mil intentos inútiles, ya desesperado y muerto de sueño, gritó “¡abracadabra, carajo!”.
El gato se convirtió inmediatamente y para siempre en un horrible anfibio verde, húmedo y lleno de granos.
Esa noche surgió de la nada un monstruo llamado José Antonio, capaz de cualquier cosa inimaginable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario