lunes, 8 de septiembre de 2008

El esperma

Cuando apenas tenía un par de minutos de haber sido formado y empezaba a darse cuenta de quién era y para qué estaba ahí entre millones y millones de semejantes, ocurrió que el cerebro inesperadamente envió una señal de salida con la que todos, absolutamente todos los participantes fueron eyectados en una sola dirección en busca de un objetivo aún invisible pero que seguro estaba más adelante, por lo que él notaba que era una obsesión multitudinaria por ser el primero en llegar a ese lugar desconocido, y en el intento de ir más y más rápido se dio cuenta de que carecía de brazos o patas y de que su único recurso de locomoción era una cola que se movía y le permitía impulsarse con cierta velocidad nadando hacia delante, con el problema de que todos hacían lo mismo en la misma dirección, lo que generaba enormes congestionamientos y pleitos entre los competidores, y fue en ese momento en que apareció en el horizonte un gigantesco globo de color rojo que era a donde todos querían llegar en esa desesperada carrera, cuando jadeando alguien le dijo que eso era el óvulo que había que fertilizar, pero que sólo uno lo lograría y ese ganador trascendería en algo que se llamaba lucha por la existencia genética, y así, dándose por enterado pero no entendiendo nada, movió instintivamente más rápido su cola en la dirección deseada, mientras que con el trascurso del recorrido cada vez había más densidad de colegas, lo que hacía más difícil el desplazamiento, cuando de pronto se dio cuenta que muchos ya habían llegado al objetivo y estaban moviendo la cola con fuerza en la superficie del globo rojo como tratando de penetrar una membrana superficial nada fácil de romper, y así siguió esforzándose para llegar y darse cuenta de que ya no había un solo pedazo de superficie libre para él ni para muchísimos otros que no habían llegado lo suficientemente rápido, así que se formó disciplinadamente esperando una oportunidad que nunca se dio de llegar a la membrana, y entonces fue cuando supo que algún compañero afortunado la había perforado y finalmente había logrado fecundar el óvulo, quedando todos los demás en situación desesperada de muerte por sequedad, y fue entonces que se dio cuenta de que su vida había sido corta e inútil y que no le quedaba otra suerte que la fatal deshidratación.

1 comentario:

Joice Worm dijo...

Que pena... Y de pensar que esta es la historia de cada uno de nosostros.
Aunque no nazca o que no sea una historia de lucha de sobrevivencias de los espermatozoides, también puede ser una comparación con nuestras vidas. No es fácil adentrar en nuestro objectvo personal, pues hay un montón de gente que pensa lo mismo... Vaya!