
Aquella tarde, cuando el marido empezaba a despertar de su siesta post-alcohólica, ella probó el control POWER/ON/OFF. Hizo un clic en él, y el marido volvió a caer dormido. Volvió a

La mujer, maravillada de las ocurrencias de su genial amiga, lo apagó y encendió a su gusto varias veces, y lo más curioso es que el hombre no se enteraba de lo que sucedía.
Después decidió probar el mando del volumen. La mujer se sorprendió al ver que el marido aumentaba o reducía su actividad según aplicase el “+” o el “-“
“¿Qué efecto tendría el MUTE?”, se preguntó. Lo probó y el marido perdió la voz completamente. Movía la boca, pero de él no salía el menor ruido.
“¿Y los números de los canales?”, pensó la mujer.

Después de un rato se le ocurrió que las combinaciones de dos números también podrían implicar actitudes del ahora electrónico marido, así que probó el 10, dándose cuenta de que el marido se ponía a barrer; el 11 lo hacía ponerse el delantal y cocinar; el 12 lo hacía lavar ropa; con el 13 sacaba a pasear a los perros; con el 14 tiraba la basura en el contenedor; etc. Aquello era una verdadera maravilla.
La mujer anotó todo lo anterior para no confundirse, mandó al marido a dormir por medio del botón OFF, llamó a su amiga para agradecerle el chip y la sensacional idea, pensando que el resto de su vida sería maravillosa, cuando de repente –mientras hablaba por teléfono- sintió que unas ganas irresistibles de ponerse a dar brincos. Después sintió enorme necesidad de dar maromas;

Algo la impulsó a destruir el control de la TV en sus manos.
Y mientras continuaba, sin poder evitarlo, dando brincos y maromas cada vez más rápido por toda la casa como si estuviese loca, alcanzó a ver de reojo que su marido tenía en las manos el control de la TV de los hijos.
1 comentario:
Bueno...(jaja). Hay salido el tiro por la culata. El hechizo contra el hechicero...jaja.
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