martes, 19 de agosto de 2008

El Teatro de la Vida

Sentada está la Humanidad en butacas de fina piel frente al impresionante escenario del Universo, esperando con ansia que la Gran Obra comience. Importantes y legendarios personajes de la cotidianidad aparecen como prometedores actores en las marquesinas del Teatro de la Vida.

De repente, se escucha –acompañada de un enorme jolgorio- una voz bien templada que anuncia: ¡Tercera llamada, comenzamos!”.

Así, el telón de auroras y estrellas fugaces se levanta, para dejar a la vista de la Humanidad expectante, un majestuoso escenario lleno de sombras que aparecen y desaparecen.

Entonces las luminarias del teatro se encienden, proyectando sus haces de luz sobre un primer personaje: el Presente, criatura que abarca de momento todo el campo visual de los espectadores. “¿Habrá algo más allá?”, se pregunta el auditorio.

Las lámparas proyectan entonces su luz hacia la derecha, y vemos que el Presente no está solo. Ahí, a su lado, muy cerca, demasiado cerca, está la Rutina, una dama excelsa con fama de secuestradora, a quien se acusa de haber asesinado sin piedad al Afecto, justo cuando éste se estaba manifestando.

Dicen las malas lenguas del Pasado, que la Rutina odia al Ensueño, que critica al Entusiasmo y reprime a la Ilusión.

De pronto y de la nada –para sorpresa del público-, surge un tercer personaje, el Destino, quien apoyado en Circunstancias y Casualidades, invita al Presente a ignorar a la Rutina, y a acogerse a la Esperanza y al Amor para que traigan cuanto antes al Futuro.

Éste sale de una nube, prometiendo al auditorio mucha Pasión y Placer, con algo de Incertidumbre. Los aplausos del público motivan la aparición de Locura y Frenesí en el escenario, pero, tristemente, junto a ellos, Odio, Enojo y Amargura aprovechan el momento para ocupar su lugar en la Vida.

Pero no todo está perdido. Colgados de un rayo de sol –cuando nadie los espera- aparecen el Cariño, la Ternura y la Amistad, quienes con su blandiente espada de Calor Humano, y despojándose de toda Vergüenza y Timidez, alejan a los Temores y a la Indiferencia, y levantan al Futuro hacia una nube, de la que jamás bajará.

Concluye la Gran Obra del Teatro de la Vida con el inesperado renacimiento del Afecto, momento en el cual -mientras desciende el telón de auroras y estrellas fugaces-, la Humanidad se abraza y felicita, creyendo ingenuamente que la Gran Obra se ha deshecho para siempre de la Rutina, del Tedio, del Odio…y de la Humanidad misma.

No hay comentarios: