

Así, entre enormes descargas eléctricas, se hizo la lluvia.

En una inevitable represa de concreto, fue succionada por un gran ducto y llevada a una planta potabilizadora. Después de rozarse con humillantes moléculas de cloro y desinfectantes de toda índole, fue bombeada hacia la gran ciudad. Por más que quiso evitarlo, fue entubada.
Cayó en una cisterna no del todo higiénica, y pocos días después, fue reclamada una bomba doméstica y llevada –como estaba previsto por el pavoroso destino- al grifo de la cocina.
No pudo evitarlo. Fue parte de la fatalidad hidráulica.

Por más que se aferró a las paredes de la llave del agua, se convirtió en la desprestigiada gota que derramó el vaso.
2 comentarios:
Parece a pesar de ser água, también la misma história da viajen humana.
(Un abrazo de Joice Worm)
Hola, muy buen texto, coro pero rico metaforicamente!
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