Desde luego, la guitarra de esta historia no era cualquier guitarra. Para sus alcances, tenía que ser de muy buena madera y obra de un excelente artesano. De otra manera, esta triste historia no se habría dado.
Esa guitarra, a pesar de su enorme precio en el mercado, decidió quedarse muda.
No hace falta tener mucho mundo para predecir el futuro de una guitarra que decide quedarse muda: fue estrellada y despedazada contra una pared por el frustrado músico; sus cuerdas reventaron una tras otra; su caja musical quedó hecha astillas; su mástil y su trastero apenas fueron reconocibles después del ataque de ira del mediocre guitarrista que pretendió poseerla.
A pesar de que nunca tocó un concierto, ni siquiera una serenata, en el cielo de las guitarras fue recibida con muchos aplausos: no cualquier música merece disturbar la belleza del silencio.
Esa guitarra, a pesar de su enorme precio en el mercado, decidió quedarse muda.
No hace falta tener mucho mundo para predecir el futuro de una guitarra que decide quedarse muda: fue estrellada y despedazada contra una pared por el frustrado músico; sus cuerdas reventaron una tras otra; su caja musical quedó hecha astillas; su mástil y su trastero apenas fueron reconocibles después del ataque de ira del mediocre guitarrista que pretendió poseerla.
A pesar de que nunca tocó un concierto, ni siquiera una serenata, en el cielo de las guitarras fue recibida con muchos aplausos: no cualquier música merece disturbar la belleza del silencio.
1 comentario:
Me encantó su relato, por lo original y lo sorpresivo y dulce del final (Me encantan los finales felices) Gracias por compartir. Un saludo desde Venezuela.
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