lunes, 3 de junio de 2019
Reglamento matrimonial (tercera parte)
Mujeres privilegiadas
que deben reconocer
que fueron por Dios premiadas
con un marido tener.
Su trabajo es muy sencillo
y fácil de ejecutar:
tres o cuatro actividades
y después a descansar.
Lavar platos, lavar ropa,
después trapear y barrer,
las labores de cocina,
y al marido complacer.
Los niños son adorables
con alguna obligación:
recogerlos en la escuela
es todo satisfacción.
Ir de compras, bañar niños
y los pañales cambiar,
son cosas maravillosas
que les deben agradar.
Las camas bien arregladas,
a los niños atender,
las tareas de la escuela,
todo esto deben hacer.
Esa vida tan sencilla
digna de toda mujer
es un regalo divino
que deben agradecer.
Hay brotes de rebeldía,
ante una gran realidad.
Las mujeres de hoy en día
pretenden lograr igualdad.
Quiero decirles, amigas,
que nada van a lograr.
Pierden el tiempo si piensan
que van a dejar de trapear.
La vida es determinante,
como lo es la realidad,
nacieron pa´ ser esclavas
y esclavas han de quedar.
Les compraremos perfumes,
las llevaremos a cenar,
serán objetos sexuales
por toda la eternidad.
No soy yo quien las condena,
sino el destino fatal.
Qué más quisiéramos los hombres,
que alterar la realidad.
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