Por una innecesaria prisa que Él mismo generó,
trató de hacer un mundo en siete días. Obviamente, como era un Dios primerizo,
su obra –digan lo que digan- fue bastante imperfecta.
Afortunadamente, su segundo de abordo, comprometido
de lleno con los objetivos del equipo de trabajo, puso discretamente las manos
a la obra:
Hizo que la piel de los sapos fuese tersa y
sin granos.
Logró que los murciélagos fuesen guapos.
Dotó de patas a las serpientes.
Eliminó las jorobas de camellos y dromedarios.
Redujo el cuello de las jirafas.
Obligó a los leones machos a apoyar a las
hembras en la cacería de presas.
Eliminó los inútiles pezones de los hombres.
Hizo esbeltos a los cerdos.
Redujo el tamaño de la boca de los
hipopótamos.
Eliminó las espinas de las rosas.
Hizo que la lluvia sobre el mar cayese sobre
los desiertos….
…. y permitió que mi amada esposa se
atravesase por mi camino.
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