lunes, 14 de noviembre de 2011

Irrelevante historia en la lavandería pública


Después de muchos meses de convivir íntimamente con su compañero de siempre, aquel calcetín quedó atrapado en el aspa de una lavadora pública, y vio con desesperación cómo se quedaba solo y abandonado.

Al día siguiente, la encargada de limpiar las lavadoras lo encontró. Siguiendo las rutinas del negocio, lo entregó al responsable de Quejas de Clientes, quien lo guardó en un oscuro cajón para ver si de causalidad aparecía algún reclamante.

La oscuridad del cajón, la soledad y la mala compañía de un calzoncillo pesimista que todo lo veía negro, acabaron por desesperarlo. Y cuando estaba a punto de suicidio*, el cajón se abrió y junto con la deslumbrante iluminación que se presentó, el dueño del calcetín asomó su cara para decir: ¡Es el mío!

La felicidad del calcetín cuando se reencontró con su compañero fue algo inenarrable.

Poco sabemos de las lágrimas emotivas que pueden desarrollar esas ignoradas vestimentas de nuestros pies.

Los humildes calcetines tienen sentimientos, aunque los arrogantes humanos no seamos capaces de percibirlos.

*eventualmente se sabe de calcetines que se suicidan, aunque, por su irrelevancia, nunca salen en las noticias ni en los diarios.

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