viernes, 1 de octubre de 2010

La oreja


Era una oreja privilegiada que, por su particular conformación física, captaba lo inimaginable.

Era cómplice de un oído morboso y de un cerebro que interpretaba todo como le daba la gana.

Un día la oreja de este cuento escuchó de más, incluyendo el estruendo de un balazo que desplomó al cuerpo que poseía al cerebro conectado al oído al cual ella confesaba tantas cosas indebidas.

La oreja, el oído, el cuerpo y la bala asesina fueron enterrados al día siguiente en la misma fosa.

Después de eso, se hizo el silencio.

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