miércoles, 2 de junio de 2010

El personaje del cuento


Tuvo que escribir decenas de historias trágicas, cientos de comedias y muchísimos cuentos. Tuvo que releer muchas de sus obras y revisar la profunda esencia de todos sus personajes principales, para darse cuenta de que éstos eran uno solo, siempre el mismo, uno que simplemente variaba su comportamiento y vestimenta de acuerdo a las circunstancias del cuento.

Analizó exhaustivamente todas las características que poseía dicho personaje; revisó cualquier escenario en que lo había puesto en cada una de sus obras para entender sus razones y actitudes. Fue como verse en el espejo: era él mismo, con las mil facetas que la vida lo obligaba a asumir en cada caso.

También se dio cuenta de que, en casi cualquier circunstancia, su personaje era perverso, muy sutil e inteligente, pero perverso. Cuando le tocaba ser héroe, lo era por su conveniencia; cuando hacía reír a los lectores, era para disimular su maldad; cuando hacía de malvado, era sublime, inimitable.

El escritor entró en crisis consigo mismo. Nunca más escribió un cuento, ni un drama, ni una novela, ni un romance, porque en este mundo, quien se suicida, no posee ya la capacidad de volver a escribir.

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