domingo, 4 de abril de 2010
Mariposillas
Inquietas chiquillas con alas de mil colores, contenidas en tierna y tenue jaula en el alma de una dama de pelo blanco, vivían adormecidas desde hacía ya bastante tiempo, al extremo de que ya casi no recordaban cuando habían volado esperanzadas por última vez.
Después, bastó una dulce mirada seguida de una agradable sonrisa seguida de un bello piropo, para que aquella jaula liberase sus puertas y se generase un increíble revoloteo de las mariposillas en alguna parte del cerebro de la dama de pelo cano, justo en donde los neurólogos afirman que se encuentran entrelazadas las neuronas responsables de las ilusiones, de la esperanza y del amor.
Revolotearon alocadas hasta el cansancio, sintiéndose por fin libres, estimuladas por aquella dulce mirada seguida de aquella agradable sonrisa seguida de aquel bello piropo. Fueron felices durante hermosos minutos, horas y días, hasta que se dieron cuenta de que aquella dulce mirada seguida de aquella agradable sonrisa seguida de aquel bello piropo, no habían sido sinceras.
Muchas mariposillas murieron de tristeza tras aquel inútil y engañoso esfuerzo de liberarse ante un romance en puerta que jamás se dio. Otras regresaron a la jaula, ya con muy pocas ganas de volver a creer en el amor.
La dama de pelo cano, con amargo nudo en la garganta, pero conteniendo el llanto, guardó la correspondiente compostura. Nunca jamás volvió a ilusionarse.
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