viernes, 16 de abril de 2010

El patán


Venía de círculos sociales excelsos, de muy buenas universidades, de recorrer los mejores lugares del orbe.

Sus genes eran envidiables. Su cuerpo era atlético y su cara irresistible para las mujeres.

Su cultura era amplia y su status de altura. Vestía elegante como nadie, y toda la gente lo quería cerca.

Pero su vocación era ser patán. Lo que más le gustaba en la vida era ofender, fastidiar, agredir, ridiculizar. Escupía en público, era mal hablado, arrojaba la basura al piso, miraba lascivamente a las mujeres, no respetaba nada.

Pero era de verdad encantador, al extremo de que un día toda la sociedad que lo rodeaba decidió imitarlo en su forma de ser y actuar.

Pronto los caballeros y las damas elegantes pasaron de moda, y la gente decidió que la patanería era la nueva forma de vida, la última palabra.

Lamentablemente nadie en aquella estúpida sociedad captó que él no era cualquier patán, sino uno con clase, un tipejo elegante y con estilo.

Ante esa impertinencia social de gente que nada entendía de la vida, él decidió retirase a vivir con una dama con muy buenos genes que ofendía, fastidiaba, agredía, ridiculizaba, escupía en público, era mal hablada, arrojaba la basura al piso, miraba lascivamente a los hombres y no respetaba nada, pero que de verdad tenía mucha clase y estilo.

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