sábado, 20 de febrero de 2010
Un segundo de inspiración
El sapo, meditando mientras descansaba sobre un nenúfar, tuvo una idea brillante:
Concluyó que si la materia se sujetaba a una aceleración cien veces más grande que la gravedad terrestre, se convertía en antimateria, y ésta podía transformarse, por medio de un ciclotrón polidimensional, en un medio de transporte a través del tiempo, hacia el pasado o hacia el futuro, dependiendo del número atómico y del peso molecular. Y si el producto de la aceleración multiplicada por la entropía molecular rebasaba el número crítico de 3 megas, el futuro y el presente se fundirían en uno solo, con lo que la vida adquiriría nuevas dimensiones.
De repente una carnosa libélula atravesó delante de él, y su larga lengua la enroscó para deglutirla.
La digirió con calma.
Cuando quiso retomar la idea, ya la había olvidado por completo, así que se puso a croar esperando que alguna hembra se le acercase.
Los viajes a través del tiempo se difuminaron para siempre en aquel instante, mientras el sapo eructaba los residuos de la libélula.
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