lunes, 11 de enero de 2010
La víscera
Era una víscera brillante y malévola, que manipulaba sin contemplaciones a su dueño y otros órganos de su cuerpo.
Convenció al cerebro de que su dueño firmase un acta de cesión de órganos en caso de defunción. Después le pidió que se desactivara cada vez que ella derramase adrenalina.
Esperó el momento oportuno y sacó de quicio a su dueño. Éste se enfrascó en una pelea a muerte con unos pandilleros que acabaron acuchillándolo.
El cirujano, conocedor de que el difunto había aceptado donar todos sus órganos que se encontrasen en buen estado, extrajo la víscera con todo cuidado, y la trasplantó en el cuerpo de un adolescente.
Nadie en aquel quirófano percibió la pérfida carcajada de la víscera al estrenar un nuevo e inocente organismo.
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