
Cuentan de un escritor que un día
tan pobre y mísero estaba
que sólo se sustentaba
de las hierbas que cogía.
¿Habrá otro -para sí decía-
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro escritor iba cogiendo
las hierbas que él arrojó
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