sábado, 30 de mayo de 2009

Venderse como pan caliente



El horno –veterano y arrogante- de la vieja panadería del pueblo, mentía a los nuevos panecillos que entraban a su hogar a cocinarse -conformados a partir de masa de trigo cruda-, diciéndoles que eran muy afortunados en acudir a él para ser horneados, puesto que, como siempre ocurría en su caso, cumplirían, gracias a él, con la vieja leyenda urbana de venderse como pan caliente.

La realidad era muy diferente: una buena parte de ellos se quedaban por días en el estante de la panadería; otros eran desechados por falta de compradores. Muy pocos cumplían con su misión de acompañar una buena comida, y casi ninguno llegaba caliente a la mesa.

Los panes industrializados, vendidos masivamente en los supermercados, los desplazaban sin piedad.

Un día, el horno de la vieja panadería se apagó para siempre. Nunca más engañó a los panecillos que estaban por nacer.

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