
Estaba demasiado acompañado para poder ser feliz.
Quienes compartían sus espacios íntimos era críticos severos, o exigentes, o molestos, o imperfectos, o no le agradaban por una u otra razón.
Su conciencia lo reñía y reprochaba constantemente; su ego nunca quedaba satisfecho; su autoimagen le resultaba insatisfactoria; al espejo, su reflejo mostraba demasiadas imperfecciones; su sombra no le gustaba; y su silueta no disfrazaba para nada los múltiples defectos de su figura.
Por todo lo anterior, aquella noche prefirió quedarse solo en la oscuridad de su estancia.
1 comentario:
Así se alimenta la depresión, así se le quita la vida...
Que pena.
(Tengo un deseo a hacer a Díos Santo: Necesito tiempo para leer mi escritor particular (jaja)).
Venga...
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