lunes, 12 de enero de 2009

El perro casi perfecto


Era un enorme Doverman con una musculatura impresionante. Sus dientes caninos, largos y afilados, inspiraban gran respeto.

Era nuevo en el barrio. Los perros de aquella zona se le acercaban con todo tipo de precauciones, moviéndole visiblemente el rabo en señal de sumisión, esperando así no tener problemas con el recién llegado.

Las hembras disfrutaban viendo a semejante macho tan bien plantado, y soñaban con el día en que, entrando en celo, tuviesen oportunidad de poseerlo.

Todo iba bien para el hermoso animal en su nuevo territorio, hasta que su amo asomó por la puerta de su casa para gritarle:

“¡Pirriscuís, ven a casa!”

Una enorme, estruendosa y multitudinaria carcajada canina se escuchó por todo el barrio, mientras el humillado Doverman, bajando la cabeza y las orejas, caminó avergonzado hacia su casa.

Pirriscuís jamás se atrevió a volver a salir a la calle.

1 comentario:

Infiernodeldante dijo...

Semejante perro y ponerle ese nombre, realmente merece que le pongan al dueño un apodo asi de ridículo. Eso si que es llevar vida de perro. Jaj. Un abrazo.