miércoles, 24 de diciembre de 2008

La última de su especie


Fue depositada en un buzón de correos pocos días antes de la Navidad por alguien que estaba lleno de afectos y buenos deseos, y que no quería entender que ya se vivía otra época.

El cartero que la sacó del buzón la observó sorprendido y con cierta nostalgia, pues se trataba de un evento ya poco frecuente, algo casi increíble.

Llegó a la oficina local de correos, en donde todos los que ahí laboraban le dieron toda clase de preferencias. No era para menos.

Fue reexpedida por la vía más rápida, pues ese sobre contenía emociones y expectativas de otros tiempos que de alguna manera había que preservar. Era algo así como una especie de dinosaurio que había sobrevivido al jurásico, ni más ni menos.

Llegó oportunamente a su destino, gracias a la buena voluntad de un equipo de carteros que entendía la enorme importancia de conservar esa tradición.

Sin embargo, ya era demasiado tarde para eso: a pesar de que en ese hogar fue recibida con alegría por el destinatario y colocada junto al decorado pino, aquella tarjeta de Navidad era la última de su especie.

El correo electrónico y la modernidad habían acabado con esa hermosa tradición que alguna vez llenó de ilusiones a quien la enviaba y a quien la recibía.

2 comentarios:

Joice Worm dijo...

MUAC!

Infiernodeldante dijo...

No siempre los cambios, han sido para mejor. Llegan, y no queda otra más que asimilarlos. Aprovecho para dejarte mis mejores deseos para vos y los tuyos, para estas fiestas, y el nuevo año que llega. Un abrazo, hermano.