viernes, 5 de diciembre de 2008

El anticuento


El autor estaba harto de premios y halagos de sus cientos de miles de lectores.

Por ello, para vivir menos presionado, decidió escribir algo espantoso, ilegible, indigerible, aberrante, lo suficientemente decepcionante para que lo dejaran tranquilo el resto de su vida.

Creyó haberlo logrado.

Aquel cuento no tenía ni pies, ni cabeza, ni argumento, ni personajes, ni gracia, ni sintaxis, ni ortografía. Era, de hecho, un adefesio, un feto literario incongruente e insípido que, en condiciones normales hubiese sido vomitado por el más ignorante de los lectores.

Lamentablemente para el autor, su anticuento se convirtió en un éxito inenarrable, y por él le otorgaron el premio Nóbel.

El autor, sintiéndose fracasado y amenazado por la fama el resto de su vida, optó por suicidarse, mientras su cuenta de cheques creció al infinito.

El anticuento se convirtió en un clásico de la literatura universal.

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