martes, 17 de junio de 2008

Un personaje digno de serlo

“¡Oye, oye, despierta!”, fue la voz que escuchó dentro de su cerebro el escritor mientras dormía plácidamente a las tres de la mañana. La llamada fue tan real que éste no tuvo más remedio que despertarse y hacerle caso.

Así, a altas horas de la madrugada, el escritor se puso de pie, y ya con la bata puesta, dijo a su propio interior: “Bien, aquí estoy. ¿Para qué me quieres despierto?”

“Escucha: sé que eres un escritor prestigiado. Te necesito. Soy un personaje que carece de cuento. Sé que tú podrás asignarme una personalidad, un nombre, y colocarme en lugar importante de un argumento literario que podría trascender.”

El autor le respondió: “¿Y qué te hace pensar que eres digno de ocupar un lugar en mis cuentos?”

“Pues bien”, contestó el personaje: “Soy simpático, versátil, muy divertido y aceptaría cualquier papel que me asignases sin ninguna reclamación.”

El escritor, que apenas podía creer lo que estaba sucediendo, un poco con ganas de regresar a la cama y otro poco intrigado por la extraña irrupción de un ser tan especial, decidió preguntarle al personaje:

“¿Harías el papel de un pájaro tonto y torpe?”

El personaje respondió: “¡Sí. Lo que tú me digas: lo que quiero es trascender!”

“¿Harías el papel más ridículo que se pueda imaginar con tal de aparecer en mi cuento?”, preguntó el escritor.

“¡Sí, sin lugar a dudas!”, respondió el personaje.

El escritor, dándose cuenta de que jamás había tenido ni tendría un personaje tan voluntarioso y abnegado, lo aceptó, y le asignó un papel importante en un cuento que empezaba con:

“Hubo una vez un pájaro maravilloso…”

y acababa con:

“El pájaro maravilloso y su enamorada, vivieron felices por siempre en la copa del árbol, en un hermoso nido repleto de polluelos.”

1 comentario:

Joice Worm dijo...

Poquito a poco fue salindo el cuento. Tu es una criatura divina R.G.