lunes, 10 de mayo de 2010

El negligé de Isabel


La minifalda roja que compró son sus escasos ahorros, le dio excelentes resultados a Isabel. Decenas de chicos se acercaron, motivados todos ellos por sus esbeltos muslos.

Tuvo para escoger. Había guapos y feos; tontos e inteligentes; vividos y aprendices; ricos y pobres.

Pero todo lo que Isabel tenía en mente era abrazar y besuquear a sus futuros nietos, así que decidió probar en serio a los mejores candidatos en la intimidad.

Sacó lo último que le quedaba en la alcancía, y compró un negligé muy elegante y seductor.

A todos ellos les brindó su pasión, pero a ninguno perdonó la obligada entrevista.

Finalmente se decidió por uno, que no era el más guapo, ni el más rico, ni el más inteligente, ni el más fogoso, sino el que con toda seguridad le brindaría los nietos más sanos y cariñosos.

El negligé cumplió con su objetivo. Isabel iba tras de lo suyo

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