Aquella Noche Buena, Pipina no llegó a cenar.
Sus hijos estaban desconcertados, pues ella siempre llegaba a tiempo a casa y les llevaba gusanos para la merienda
Papa Pavo, completamente desconsolado, tuvo finalmente que decirles a sus pequeños lo que la Navidad significaba para su especie.
Todos, llenos de lágrimas, perdieron el apetito.
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