sábado, 1 de marzo de 2008

Bajar la cabeza


Y he aquí que ella se deslizaba sigilosamente en busca de su presa.

Su víctima potencial disfrutaba distraídamente de un manjar mundano.

Y ella no pensaba en otra cosa que no fuera atraparlo.

Así, la mujer-cobra se situó a la distancia justa para devorarlo.

Pero él pertenecía a otro mundo. Las mujeres no estaban entre sus opciones. Su belleza estaba reservada para Antonio.

La mujer-cobra tuvo que reconocer que no era cobra, sino lombriz de tierra.

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